SAN ALEJANDRO DE
ALEJANDRÍA
26 de febrero
328 d.C.
Según sus
biógrafos era un hombre de carácter dulce y amable a la
vez de espíritu conciliador. En el 313, murió san
Aquiles, patriarca de Alejandría y nuestro santo fue elegido en
su puesto. Parece que fueron dos los candidatos para ocuparla:
Alejandro y Arrio. Los primeros años del patriarcado de
Alejandro, Arrio estuvo sumiso y reinaron buenas relaciones entre
ambos. Parece que el nuevo Patriarca se entregó de lleno a
defender y propagar el monacato y durante estos años
conoció a san Atanasio de Alejandría. Supo descubrir la
gran obra de este hombre singular y no escatimó sacrificios para
formarle según el espíritu evangélico.
Por otro lado, Arrio
empezó a separar y distinguir tanto a las Tres Personas Divinas
que para él prácticamente tan solo el Padre era el
verdadero Dios... El Hijo y el Espíritu Santo eran de inferior
categoría y estaban totalmente subordinados al Padre. Para
sacarle de este error Alejandro tuvo conversaciones con él en
privado y, al ver que en nada progresaba..., convocó en el 320,
un sínodo en Alejandría al que acudieron más de
cien obispos. Arrio expuso su doctrina y fue condenado por unanimidad.
Alejandro excomulgó a Arrio que partió para diversos
lugares y se dedicó a extender su doctrina: el arrianismo.
Los dos Eusebios -de Cesarea y de Nicomedia- intercedieron ante
Alejandro y ante el emperador Constantino para que Arrio pudiera volver
al seno de la Iglesia y se le levantara la excomunión. Para ello
el emperador escribió cartas a Arrio y a Alejandro y
encomendó la reconciliación a Osio, obispo de
Córdoba. Pero con Arrio no había nada que hacer. En el
325, se convocó el I Concilio Ecuménico en Nicea, al que
asistió el anciano Alejandro, y en el que se condenó el
arrianismo. Alejandro murió a su regreso.