SAN ALBINO DE ANGERS
1 de marzo
550 d.C.
Natural de Vannes. Renunció a un titulo nobiliario y al feudo
paterno en Bretaña para hacerse monje. Pero su virtud le
valió, muy a su pesar, la elección de superior de su
convento de Tincillac (cerca de Angers). Durante 25 años fue
abad, y como había sido un monje obediente, fue un abad celoso y
con autoridad; fue nombrado obispo de Angers, por el pueblo y el clero
(529-554). Como era anciano y humilde, hizo de todo para renunciar,
alegó que era demasiado viejo, se proclamó indigno, se
acusó de inútil, se confesó pecador. Pero su
modestia lo confirmó como obispo y tuvo que aceptar la
elección.
Fue un obispo siempre
celoso, preocupado de transmitir la pureza del evangelio.
Desempeñó un papel muy importante en el III concilio de
Orleans (538), donde lucho por la reforma de las costumbres. Para
él, el Padrenuestro, era el "reglamento de rigor" y el
Espíritu Santo procedimiento ordinario. Impuso el velo a santa
Manequilde y se opuso con energía a los matrimonios incestuosos,
al adulterio y al estupro. El santo predicaba todos los días,
era muy generoso con los pobres y menesterosos, pero especialmente con
las viudas que tenían muchos hijos. Otra de sus obras
predilectas era el rescate de esclavos y gastó enormes sumas de
dinero en rescatar a los prisioneros que los bárbaros
habían hecho en sus numerosas invasiones.
Según la
tradición, San Albino rescató a un cautivo, no de los
bárbaros, sino del propio rey Childeberto. Se trataba de una
hermosa muchacha en quien Childeberto había puesto los ojos y a
la que había mandado raptar y encerrar en una fortaleza. Tan
pronto como la noticia llegó a oídos de san Albino, fue
éste personalmente al castillo a exigir la libertad de la joven.
La figura del obispo inspiró tal respeto a los guardias, que
pusieron inmediatamente en libertad a la muchacha. La leyenda
añade que uno de los soldados intentó detener a la joven,
usando de amenazas y violencia; pero el obispo sopló sobre
él y el soldado cayó muerto. El rey no trató de
apoderarse de nuevo de la joven, llamada Eteria; pero cometió la
villanía de exigir que el obispo pagase el rescate.
Prescindiendo de la verdad dudosa de esta leyenda, lo cierto es que el
rey Childeberto profesaba gran veneración a San Albino.
Se atribuyeron a San
Albino muchos milagros. Además de varias curaciones de enfermos
y de ciegos, se cuenta que resucitó a un joven llamado Albaldo.
En otra ocasión, después de haber intercedido sin
éxito por unos prisioneros, se derrumbó durante la noche
una parte del muro de la prisión y éstos pudieron
escapar; inmediatamente fueron a ver al santo y le prometieron cambiar
de vida.
En su nombre se erigió la abadía de Saint-Aubin en Angers
y Saint-Aubin de Moeslain (Alto Marne) es todavía hoy un lugar
de peregrinación. Murió con 80 años. San
Germán, obispo de París, dejó su diócesis
para asistir a su funeral. La gran popularidad de san Albino se debe
menos a su vida, sin ningún hecho notable, que a los
múltiples milagros que se le atribuyeron, sobre todo
después de su muerte. La principal fuente sobre san Albino es la
breve biografía de Venancio Fortunato.