SANTOS AIGULFO Y
COMPAÑEROS
676 d.C.
3 de septiembre
Nació en Blois. A los 20 años ingresó en el
monasterio benedictino de Fleury-sur-Loire, entonces en el primer
fervor de la observancia benedictina; aquí llegó a ser
abad (671). Según una leyenda fue enviado (655) primero a
Montecasino para recuperar las reliquias de san Benito y de su hermana
santa Escolástica y los trasladó a Francia. El abad de
Fleury, Mommole, junto con él, trasladó las reliquias al
monasterio de Saint Benoît-sur-Loire. Después (c. 670) fue
enviado a Lerins, como abad, para introducir la regla benedictina.
Algunos monjes, descontentos con la nueva regla, se
rebelaron. En Lérins, dos de los monjes, Arcadio y Columbo,
fueron demasiado lejos: apelaron al gobernador local contra el nuevo
abad y aquél mandó una compañía de soldados
para que se mantuviera el orden en el monasterio. Los dos monjes
rebeldes utilizaron a los soldados para secuestrar a san Aigulfo y a
otros cuatro de sus principales partidarios (entre ellos Frumencio) y,
atados de pies y manos, los metieron en un barco y los llevaron hacia
alta mar. Por fin fueron desembarcados en la isla de Capraia (de las
Cabras), entre Córcega y la costa de Toscana, donde los monjes
rebeldes y los guardias, les sacaron los ojos, les cortaron la lengua
y, por fin, les mataron. Sólo uno de los monjes logró
escapar y consiguió llegar hasta Lérins donde
relató el trágico sucedido.
En contradicción con esta historia, se ha sugerido
que es más razonable suponer que el abad y sus compañeros
fueron sacados del monasterio por los soldados, quienes los abandonaron
lejos y, una vez solos, fueron víctimas de los moros,
especialistas en aquellas bárbaras matanzas; de esta forma de
reconstruir la historia del santo se hace eco el Martirologio Romano
actual. Los cadáveres mutilados se trasladaron a Lérins y
se afirma que, durante el traslado, se obraron muchos milagros. Poco
tiempo después, surgió una disputa entre los monasterios
de Lérins y Fleury, sobre la posesión de los restos
mortales de San Aigulfo.