SAN AGUSTÍN
PHAN VIET HUY Y SAN NICOLÁS BUI VIET THE
13 de junio
1839 d.C.
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En
Hué, en Annam, santos Agustín Phan Viet Huy y
Nicolás Bui Viet The, mártires, los cuales, llevados
primero por el miedo, profanaron la Cruz, pero arrepentidos de
inmediato, solicitaron del emperador Minh Mang ser juzgados de nuevo
como cristianos, y fueron heridos mortalmente y arrojados al mar,
aún vivos, desde una nave.
El gobernador de Tonkin occidental había tenido una
política de tolerancia con el cristianismo, y había
permitido incluso que se enrolaran en el ejército. Pero en 1838
Agustín viajó a la corte del emperador Minh-Manh, del que
volvió con la advertencia que no tuviera tolerancia con los
cristianos. Y empezó depurando el ejército. Mandó
que todos los cristianos del ejército apostatasen o se
sometieran al castigo de la ley. Todos apostataron menos tres:
Agustín Phan Viet, Nicolás Bui Viet The y Domingo Dinh
Dat.
Los tres jóvenes fueron sometidos a toda clase de
torturas que no consiguieron nada, recurrieron entonces a drogarlos, y
una vez drogados pisaron la cruz, por lo que fueron declarados
apóstatas y dejados en libertad y se les entregó un
dinero para que volvieran a su pueblo. Pero cuando se dieron cuenta de
lo sucedido regresaron a decirle al gobernador que aquella
acción no servía para nada, ya que sus sentimientos y su
fe, seguía siendo cristiana. El gobernador irritado los
volvió a torturar y luego los envió a su pueblo
insistiendo a las autoridades locales que los tuvieran como
apóstatas y no les permitieran volver demostrando
arrepentimiento.
Pensaron ir a Hué, la capital del imperio a ver al emperador,
presentar un memorial, y pedir que se les juzgara según la ley
del país, lo que significaba el martirio. No pudo ir Domingo con
sus compañeros porque sus padres lo retuvieron, pero
Agustín y Nicolás se marcharon. El emperador les hizo
elegir entre apostatar o no, y ellos eligieron permanecer en la fe.
Llevados en un barco en alta mar, fueron ambos cortados por la mitad y
arrojados sus cuerpos al mar para que no pudieran venerarlos los
cristianos. Fueron canonizados el 19 de junio de 1988 por Juan
Pablo II.