BEATA SALOMÉ DE
CRACOVIA
17 de noviembre
1268 d.C.
Princesa de Polonia, hija de Leszek el Rubio, príncipe de
Cracovia. Es difícil seguir los primeros años de su vida,
pues las fuentes históricas difieren bastante entre sí.
Parece, sin embargo, que a los tres años fue confiada al obispo
de Cracovia, el beato Vicente Kadlubek, para que la condujera a
Hungría. Según las costumbres de aquel tiempo, Lescek
había concertado su matrimonio de su hija con el hijo del rey
Andrés de Hungría, el príncipe
Kálmán o Colomán, que sólo tenía 6
años.
Con
autorización del papa Inocencio III, el obispo de Strigonia los
coronó en el otoño de 1214, y gobernaron en Halicz
durante menos de tres años, hasta que la ciudad fue ocupada por
el príncipe Mistislaw de Rutenia, que los retuvo prisioneros.
Durante la
prisión, Salomé, que contaba entonces con nueve
años, de común acuerdo con su prometido vivir en
castidad. Cuando los húngaros reconquistaron la ciudad, los dos
fueron liberados y por fin pudo celebrarse el matrimonio.
Salomé, al parecer, había empezado a hacer vida de
penitencia como terciaria franciscana, y se comprometió para que
la corte fuese un modelo de vida cristiana. A pesar de su belleza,
rehuía de la compañía de los hombres,
vestía con modestia, no participaba en las fiestas y diversiones
de la corte y dedicaba el tiempo libre a la oración.
Kálmán
reinó en Dalmacia y Eslovenia, en vida de su padre, hasta el
momento de su muerte, ocurrida en 1241, mientras combatía contra
los tártaros. El primer año de viudez lo empleó
Salomé en hacer buenas obras en la corte y en favorecer los
conventos de franciscanos y dominicos, pero en 1242 prefirió
regresar a su país. Se retiró en el monasterio de
Sandomierz y vistió el hábito de las clarisas. Con la
ayuda del hermano Boleslao emprendió en 1245 la fundación
del monasterio de clarisas de Zawichost, el hospital y el monasterio de
clarisas donde se recluyó.
Ante la amenaza de los
Tártaros, parte de la comunidad se trasladó a Skala,
donde Salomé fundó otro monasterio, dotándolo de
utensilios y ornamentos litúrgicos. 28 años vivió
en el monasterio, siendo para todos un ejemplo de penitencia,
abnegación, humildad, inocencia y caridad. Durante muchos
años fue abadesa buena, afable y servicial, amante del ideal
franciscano de pobreza.
El 17 de noviembre de 1268, día de su muerte, tuvo una
visión de la Virgen María con su Hijo. Entonces
llamó a sus hermanas y las exhortó a vivir en caridad,
pureza de corazón, obediencia y desapego de las cosas de este
mundo. Sus hermanas vieron su alma como una pequeña estrella que
desde su cuerpo subía hasta el cielo. Tenía 57
años. Sus restos fueron trasladados a la iglesia de San
Francisco de Cracovia, donde aún se conservan. El papa
Clemente X aprobó su culto inmemorial en 1673.