BEATA ROSARIO CIÉRCOLES GASCÓN
18 de agosto
1936 d.C.
Nació en Zaragoza el
5 de octubre de 1873. Sus padres, Juan (guitarrista) y María, ama
de casa, se preocuparon de darle una buena educación en el Colegio
dirigido por las Hijas de la Caridad. Cursó estudios de Música
antes ingresar en la Compañía. Desde joven fue miembro de la
Asociación de Hijas de María de la Medalla Milagrosa, participando
de la espiritualidad mariana en la oración y servicio a los necesitados.
En este ambiente y conociendo la labor de las Hermanas, siente la llamada
de Dios y decide ingresar en la Compañía de las Hijas de la
Caridad.
Realizó el Postulantado en el Hospital General de Madrid,
el año 1892, donde se reafirma en su vocación con el contacto
de tantos pobres como había acogidos allí y en el encuentro
directo con la realidad del dolor y la miseria. Cumplidos los 19 años
entra en el Seminario y, terminada en él su formación inicial,
es destinada a las Escuelas de la Purísima de Barcelona. Unos años
después al colegio de San Vicente de Paúl de Barbastro, y,
seguidamente, a las Escuelas de Educación Primaria de la Milagrosa
en el barrio de La Guindalera de Madrid.
Un detalle que ha pasado desapercibido en sus reseñas
biográficas es que, durante su estancia en Barbastro, fue maestra
de San Josemaría Escrivá de Balaguer, cuando este ingresó
con solo tres años en el parvulario en Barbastro. Lola Lacau Ballarín
-una alumna de aquellos días- recordaba las clases de catecismo y
de piano de sor Rosario Ciércoles Gascón. Y entre otras cosas
dice que «tengo muy vivo el recuerdo, casi como una fotografía,
de las clases de catecismo y formación en el Parvulario. Se daban
en una gran sala que tenía unos banquitos pequeños. En el centro
se ponía Sor Rosario y los niños y las niñas se situaban
en los laterales. Cuando algún niño o niña destacaban
más por su viveza, aplicación y buena conducta, se le nombraba
monitor, que venía a ser como un jefe de filas o de grupo, por ser
alumno aventajado. Yo misma fui monitora. Josemaría también
fue monitor, junto con otro chico, de Estada, llamado Paco Sitjar».
Hacia 1920 fue destinada al Colegio - Asilo de San Eugenio de
Valencia. En todos los destinos desempeñó su misión
como organista, profesora de Música y manualidades profesionales.
A los niños del Colegio San Eugenio les enseñaba carpintería,
pues era una artista del bricolaje y la madera. Los chicos de su taller salían
bien preparados como medio oficiales, sabían utilizar las máquinas
de motor que ella había adquirido y enseñado a manejar. Además,
cuidaba del jardín y del palomar.
Como era organista y especialista en música, organizó
un coro muy bien preparado, hasta tal punto que los niños eran invitados
a cantar en fiestas populares y religiosas. Ella les acompañaba siempre
como organista y directora. Poseía un temperamento enérgico,
pero lo dominaba y se controlaba. Los chicos la querían porque veían
en ella a una verdadera madre que se preocupaba de ellos con cariño
e interés. Era una artista del piano y de la madera, pero, sobre todo,
sabía vivir y transmitir el arte de la armonía del amor de
Dios en el corazón de los niños. Por eso gozaba de modo especial
en las clases de música y manualidades y se entregaba de lleno a su
misión de educadora. Como buena aragonesa, era muy devota de la Virgen
del Pilar, no menos de la Virgen Milagrosa, como Hija de la Caridad. Ambas
devociones las inculcaba en sus alumnos a través del canto y la música
religiosa.
También expulsada del asilo
Llegado el momento recio de la persecución, en julio
de 1936, fue expulsada con todas sus compañeras. Las Hermanas fueron
dispersadas y la comunidad del Asilo de San Eugenio de Valencia quedó
deshecha. Sor Rosario con otras dos Hermanas se fueron a Puzol (Valencia),
a casa de un familiar de una de ellas. Mientras permanecieron allí,
estuvieron vigiladas y amenazadas por los miembros del Comité comunista
del pueblo. En la misma casa había refugiado un sacerdote, que celebraba
la Eucaristía clandestinamente al amanecer de cada día. Al
enterarse los extremistas del Comité, decidieron acabar con su vida.
Las tres fueron apresadas el día 17 de agosto de 1936 y llevadas al
Comité, juntamente con el sacerdote.
Sor Rosario intentó defenderse y defender a las Hermanas
de aquella prisión injusta y sin sentido, por lo que habló
muy fuerte a los comunistas, pero no logró la liberación pretendida.
Entonces comprendió que Dios las esperaba para regalarles el don del
martirio, por lo que alentó a las Hermanas compañeras para
que fueran fuertes en su entrega total al Señor. Los milicianos las
tuvieron toda la noche limpiando las dependencias del Comité comunista
ubicado en la Casa del Pueblo. A la mañana siguiente del 18 de agosto
de 1936, al amanecer, las sacaron al campo para martirizarlas moralmente,
con toda clase de indecencias y abusos sobre su cuerpo virginal, debajo de
un limonero, cerca del cementerio de Benavides (Valencia). Después
las martirizaron físicamente, acribillando su cuerpo con tiros de
metralla. Sor Rosario tenía 63 años de edad y 44 de vocación
en el momento del martirio.