BEATO RICARDO GIL
BARCELÓN
4 de agosto
1936 d.C.
En Valencia,
España, Beatos Ricardo Gil Barcelón (sacerdote) y Antonio
Arrué Peiró (postulante), miembros de la
Congregación de la Pequeña Obra de la Divina Providencia,
asesinados por odio a la fe.
Ricardo nació
en 1873 en Manzanera, en España, en el seno de una familia noble
y desahogada. Tan brillante en los estudios como en la música,
gozaba de la vida cómodamente: caballos, entretenimientos,
alegres compañías, mitos juveniles. Volvió a la
casa paterna descontento de sí mismo y del mundo.
Tomó casi como
un acto liberador la posibilidad de enrolarse en la artillería
del ejército español que luchaba en Filipinas para
mantener su hegemonía ante los independentistas. En un momento
de gran peligro, rezó a la Virgen. La inexplicable
liberación del peligro le hizo pensar en el Cielo.
Entró con los
dominicos, frecuentó la Pontificia Universidad de Manilan. Fue
ordenado sacerdote en 1904 y ocupó los puestos de
vice-bibliotecario de la universidad y capellán de la catedral.
Sin embargo parecía faltarle algo para estar en paz.
Volvió a España, desde allí salió hacia
Italia, a pie, mendigando, ayudando a los pobres y visitando santuarios
lugares de Santos.
La Divina Providencia
le había dado cita, aquella mañana del 4 de febrero de
1910 con Don Orione y en aquel encuentró vio su camino en la
naciente Congregación de la Pequeña Obra de la Divina
Providencia. Estuvo por algún tiempo en la comunidad de los
Orionistas que oficiaban en "Sant´Anna dei Palafrenieri" en el
Vaticano; se encontró con San Pío X. Había
entendido por fin la fuente de su inquietud: la santidad y la caridad.
Viajó con Don
Orione a Mesina al tiempo de la reconstrucción de la ciudad
después del terrible terremoto, y después durante 10
años en Cassano Ionio, en Calabria, custodio del santuario de la
Virgen de la Cadena y de un grupito de huérfanos allí
acogidos. Desde 1923 a 1927 en Roma, dividiendo su tiempo entre la
colonia agrícola de Santa María, en Monte Mario, y la
populosa Parroquia de "Ognisanti", fuera de la puerta de San Juan.
Vuelto a Cassano Ionio por un breve periodo, tuvo que probar el
cáliz amargo de una calumnia terrible que fue seguida de un mes
de cárcel.
En 1930, Don Orione envió al Padre Gil a España con la
orden de abrir una avanzadilla de su joven Congregación.
Empezó en extrema pobreza, a la orionista: evangelio, obras de
caridad y mucha confianza en la Divina Providencia.