AL FINAL DE LOS TIEMPOS ¿QUIÉNES VAN A RESUCITAR?



Todos tienen que resucitar al final de los tiempos: buenos y malos.

Sepan que llega la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el bien saldrán y resucitarán para la vida; pero los que obraron el mal resucitarán para la condenación (Jn 5,28-29).

Creo todo cuanto está escrito en la Ley y en los profetas y tengo la misma esperanza en Dios, que tienen ellos, de que habrá una resurrección tanto de justos como de pecadores (Hech 24,15).

¿Cómo será posible la resurrección de los cuerpos que fueron completamente destruidos por alguna bomba o quemados por el fuego?

Para Dios no existe nada imposible. El Dios que creó el cielo y la tierra de la nada, ciertamente tiene el poder para hacer revivir un cuerpo que algún día tuvo ya la existencia.

¿Cómo resucitarán los cuerpos de los que murieron siendo ancianos, enfermos, tullidos o de los que perdieron la vída aún antes de nacer (aborto)?

Todos los cuerpos resucitarán perfectos, sanos y completos.

¿Cómo serán los cuerpos resucitados?

• No tendrán actividad sexual.
• No necesitarán alimentarse para subsistir.
• No podrán sufrir ni corromperse.
• No estarán sujetos a las actuales leyes de la naturaleza. Por lo tanto, podrán moverse con la rapidez del pensamiento.
• Para los buenos serán cuerpos gloriosos llenos de felicidad; y para los malos serán cuerpos repugnantes como su alma.

Porque primeramente, en la resurrección de los muertos, ni los hombres ni las mujeres se casarán, sino que serán como ángeles en el cielo (Mt 22,30).

Pero algunos dirán: ¿cómo resucitan los muertos?, ¿con qué tipo de cuerpo salen?

Al sembrarse es un cuerpo que se pudre; el resucitar será algo que no puede morir. Al sembrarse es cosa despreciable, el resucitar será glorioso. Al sembrarse el cuerpo perdió sus fuerzas, al resucitar estará lleno de vigor. Se sembró un cuerpo animado por alma viviente; y resucitará un cuerpo animado por el Espíritu. Pues habrá un cuerpo espiritual lo mismo que hay al presente un cuerpo animado y viviente (1Cor 15,35. 41-44).

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)