BEATO PERFECTO DEL RÍO PARAMO
12 de agosto
1936 d.C.
El H. Perfecto del Río
ingresó en la Congregación de la Misión muy joven. Tuvo
varios destinos ejerciendo siempre el oficio de cocinero. Los primeros años
en Valdemoro (Madrid). El 22 de septiembre
de 1902 embarcó en Santander rumbo a Méjico. Primero
fue a Mérida, desde donde se atendía a misionar por toda la
archidiócesis, luego a Culiacán y Tacubaya. El colegio de Tacubaya,
fue el que mejor supo resistir a las tormentas de la persecución mejicana,
pero al fin tuvieron que salir del país. De regresó a España,
pasó por diversas comunidades: Badajoz, Alcorisa (Teruel), Paredes
de Nava (Palencia), Madrid y Cádiz. En el segundo trimestre del año
1936, al ser incendiada la residencia de Cádiz por las turbas revolucionarias,
volvió a la casa provincial por poco tiempo, porque el 11 de agosto
de 1936 le llegó el martirio. De familia castellana de raigambre religioso,
fue un Hermano de la Congregación de la Misión, servicial,
trabajador, obediente, y colaborador en las tareas apostólicas. Salvándose
por dos veces de las iras persecutorias, en Méjico y atentados de
Cádiz, a la tercera cayó. Dios lo quería mártir.
MARTIRIO: El H. Perfecto del Río tenía un hermano sacerdote
en Madrid, D. Cecilio, capellán de la iglesia de San José,
Alcalá, 43, Madrid. En la parroquia de San José, como en la
mayoría de los templos de Madrid, desde el 19 de julio de 1936 no
se volvió a celebrar la santa misa. El párroco cerró
las puertas y la iglesia quedó como muda de espanto ante los incesantes
desfiles de milicianos. La incautación y expolio del templo aconteció
el viernes 24 de julio. D. Cecilio del Río permaneció oculto
en su casa, Libertad, 23, 1º.
El sábado 25 se refugiaron con él, su hermano
Perfecto y su primo Estanislao Marcos, ambos expulsados de su residencia
de García de Paredes. Tenían claro que la casa de un sacerdote
no es un refugio donde poder ocultar su situación religiosa, pero
tuvieron el consuelo de prepararse juntos al martirio que no tardó
en llegar, incluso celebrando la Eucaristía. El 7 de agosto, después
de un registro en el domicilio apresaron a los tres: al sacerdote D. Cecilio
del Río, al H. Perfecto del Río Páramo y al H. Estanislao
Páramo Marcos. Cuatro días después, el 11 de agosto
de 1936, aparecieron los tres cadáveres en el paseo de la Chopera,
junto a las tapias del matadero. Los dos coadjutores de la parroquia de San
José: D. Antidio Ortiz y D. Bonifacio Chacón Martínez
también fueron martirizados en la misma persecución religiosa.