BEATO PEDRO SANCHEZ BARBA
4 de septiembre
1936 d.C.



   Nació el 1 de julio de 1895 en Llano de Brujas, partido de la Huerta de Murcia (España), hijo de José Sánchez y Sánchez y de Encarnación Barba Sánchez. El día siguiente, entonces fiesta de la Visitación de la B. V. María, sus piadosos progenitores quisieron que fuese bautizado en la iglesia de nuestra Señora de las Lágrimas en Baena (Murcia). Recibió la confirmación el 13 de julio de 1898.

   Creció en un ambiente profundamente cristiano, manifestó prontamente los signos de la vocación que harán de él un sacerdote fervoroso y santo. Frecuentó el seminario de San Fulgencio en Murcia, donde recibió la ordenación presbiteral en 1919. Sus primeras encomiendas fueron de ecónomo del seminario, administrador del periódico católico "La Verdad" y animador de la "Confederación Católica Agraria". En 1931, Don Pedro fue designado por su Obispo para la dirección de la parroquia de San Bartolomé, una de las más importantes de Murcia. Aquí es recordado con gran afecto por parte de los parroquianos, para los cuales fundó varias asociaciones laicales, entre ellas la Acción Católica. Se distinguió por la predicación, su interés por la juventud y la solicitud por los pobres y los olvidados.

   Entró en la Tercera Orden Franciscana, de la cual se honraba de llevar siempre el cíngulo; ejercitó en modo admirable la mortificación y la pobreza. Cuando se hicieron frecuentes los atentados contra las iglesias y las casas religiosas, D. Pedro montó muchas veces la guardia nocturna en la iglesia parroquial, junto a otros jóvenes de Acción Católica, con el propósito de preservarla de un eventual atentado de incendio.

   En la noche entre el 3 y el 4 de septiembre de 1936, fue detenido por los milicianos en la propia casa paterna, junto a su hermano Fulgencio, que en vano había intentado protegerlo con una mentira. Conducido al lugar del martirio, junto a su hermano Fulgencio y a Fray Buenaventura Muñoz Martínez, invitado a declararse como fascista, el beato respondió: "De fascistas no tenemos nada, de mí como sacerdote hagan lo que quieran, mas liberen a mi hermano, para que cuide de mi madre enferma, es su único apoyo". En aquel momento salió una primera descarga de disparos que hirieron gravemente a los tres prisioneros. Mientras caían al suelo fueron nuevamente fusilados, y sólo Fulgencio sobrevivió milagrosamente, siendo testigo privilegiado del martirio de los siervos de Dios Don Pedro y Fray Buenaventura.

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(Parroquia San Martín de Porres)