BEATO PEDRO RUIZ DE
LOS PAÑOS
23 de julio
1936 d.C.
Pedro era natural de Mora (Toledo). Fue
seminarista en Toledo hasta su entrada en la Hermandad de Operarios
Diocesanos del Sagrado Corazón de Jesús en 1904.
Ejerció el ministerio como prefecto en los seminarios de
Málaga, Jaén y Badajoz, como administrador en el de
Sevilla, donde fundó la Obra de Fomento de Vocaciones, que
permitió a más de cien muchachos estudiar en el seminario
a pesar de su pobreza. Escribió: “El estado sacerdotal. Sus
excelencias y ventajas”. De 1917 a 1927 fue rector en el seminario
de Plasencia.
En Plasencia comienza a publicar la “Hoja vocacional” y
la hoja infantil “El sembrador”, y promueve por primera vez la
celebración del Día del Seminario. Escribió: “Las
vacaciones del seminarista”; “La perseverancia del seminarista”;
“El seminarista santo” y “La bondad
educadora”. En 1927 pasa como director en el Colegio Español
de San José de Roma. Fue durante seis años consejero
general de la Hermandad y durante los últimos tres años
de su vida director general. Se encontraba en Toledo realizando la
fundación de las Discípulas de Jesús,
congregación religiosa femenina dedicada al apostolado
vocacional, fundación que preparaba desde 1934. En determinados
momentos de su vida le pareció que tenía vocación
religiosa (carmelita, jesuita), pero esta vocación no se
probó auténtica.
Como general de la
Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, llegó a Toledo en
1936 para preparar la fundación de la congregación de
religiosas Discípulas de Jesús. Ésta
nacería más tarde, una vez muerto el Padre Ruiz de los
Paños. Escribió: “Las vocaciones sacerdotales”.
Fue un hombre
profundamente religioso; anhelaba el martirio para unirse lo
“más deprisa” con Dios. Dijo: “Mañana a primera hora,
vendran por nosotros y nos matarán. ¡Que nos encuentren
bien preparados para presentarnos ante nuestro Padre!”. Se alojó
en el seminario de la Hermandad, al caer Toledo en zona republicana, se
esperaban el martirio. Después de unos días y en vista
que las bombas caían cerca del seminario, decidieron abandonar
el seminario, dispersándose. Él concretamente
salió con José Sala y se refugiaron en la casa del
sacerdote toledano Álvaro Cepeda, donde pasarían la
noche, pero fueron localizados. Fue martirizado, a los 54 años,
en el paseo del Tránsito, junto con sus otros hermanos
religiosos: José Sala Picó,Guillermo
Plaza Hernández, Recaredo Centelles Abad, Martín
Martínez Pascual,Antonio Perulles Estivill, José
Pascual Carda Saporta, Isidoro Bover Oliver y José
María Peris Polo.
Todos estos sacerdotes fueron educadores en seminarios, llevaron una
vida apartada de las intrigas sociales de la época; sus paisanos
se niegan a cumplir la orden de ejecución, y son los “milicianos
forasteros” quienes les humillan; todos tienen una calidad humana
espiritual extraordinaria y no tenían militancia
ideológica; la mayor parte eran muy jóvenes, algunos
apenas habían terminado sus estudios. Fueron perseguidos
únicamente por ser sacerdotes y ellos lo sabían con lo
cual ofrecieron su vida por Cristo.