BEATO PEDRO
JOSÉ LE GROING
26 de julio
1794 d.C.
En una
sórdida galera atracada en la costa delante de Rochefort en
Francia, beato Marcelo Gaucher Labigne de Reignefort, de la Sociedad de
la Misión, y Pedro José Legroing de La Romagère,
sacerdotes y mártires: el primero era del territorio de Limoges,
el otro de Bourges, durante la revolución francesa fueron
encarcelados por odio a la fe en una inhumana prisión, muriendo
agotados por el hambre y la enfermedad.
Pedro José Le Groing nació
en 1752 en Saint-Sauvier, Allier, Francia, en una familia
aristocrática. Hizo estudios en París, donde obtuvo en
1780 la licenciatura en Teología, siendo ya para entonces
sacerdote de la Sociedad de Navarra. Dos meses más tarde, el
obispo de Bourges, mons. Phelypeaux, lo nombraba su vicario general.
Dos años más tarde fue nombrado canónigo de la
Santa Capilla, y cuando el cabildo protestó por la
supresión de los cabildos, él se sumó a la
protesta, que no sirvió de nada pues la Revolución
mantuvo por la fuerza su decisión. Se quedó un tiempo en
Bourges pero luego se va a Saint-Sauvier, donde él, su hermano
sacerdote Matías y otros sacerdotes refractarios celebraban misa
en una capilla dispuesta por el padre de Pedro José. Pero el
cura juramentado de Saint-Sauvier se propuso ponerles dificultades y
así la municipalidad cerró el 7 de mayo de 1792 la
capilla y se les abrió expediente. En el verano siguiente
pidió que se les dejara de hacer objeto de vejaciones. Por fin,
en marzo de 1793, es arrestado y conducido a Moulins y encerrado en la
prisión de Santa Clara.
Consta su nombre en la lista de condenados a la
deportación en noviembre de 1793, y se sabe que ya estaba en
Rochefort el 13 de abril de 1794 en el barco “Borée”, de
donde pasa a “Les Deux Associés” y allí muere el
26 de julio de 1794, un día antes del 9 Termidor en que tuvo
lugar la caída de Robespierre. Se le enterró en la isla
de Aix. Carácter firme y persona de gran vida interior,
mostró una gran serenidad y conformidad en medio de la tragedia.
Su hermano estuvo a su lado en los días finales, dándole
todo el ánimo que pudo y admirando su fe y resignación
cristianas. Su hermano Matías sobrevivió a la
detención en Rochefort y fue obispo de Saint-Brieuc entre 1819 y
1841.