PAULO V
1605-1621 d.C.
Camilo Borghese n. en Roma el 17 nov. 1552. Procedía de una
antigua familia de Siena, trasladada a Roma, y que se había
distinguido mucho en sus servicios al Papado. Su padre, Marcantonio,
fue Decano de los abogados consistoriales. Camilo estudió
Derecho en Perusa, y se ordenó luego como sacerdote, para ocupar
sucesivos cargos en la administración pontificia: vicario de la
basílica de Santa María la Mayor (por la que
conservó siempre gran predilección), vicelegado en
Bolonia en 1588, auditor de cámara en 1590, embajador
extraordinario en España en 1593, cardenal en 1596, vicario
papal de Roma desde 1603. En 1605, a la muerte de León XI, el
nuevo cónclave, imposibilitado de elegir un candidato pro
español o pro francés, llegó a una solución
de compromiso en la persona del cardenal Borghese, que no
destacándose en ningún sentido particular, resultaba
aceptable a todos. Fue esto precisamente lo que permitió que
Paulo V resultase un excelente Papa: en lugar de compromisos
políticos, poseía una gran imparcialidad, y era un hombre
que amaba por encima de todo el bien de la Iglesia, estaba considerado
como sumamente virtuoso, y tenía un gran interés por el
arte y por el bienestar espiritual y material de sus súbditos.
De ahí que tuviese un pontificado feliz, y que a su muerte, que
se produjo por una aplopejía el 24 en. 1621, fuese
universalmente llorado. Todo ello conseguido por un hombre de
cualidades medias, mucho más trabajador que inteligente, pero
que sabía elegir con prudencia sus objetivos y seguirlos con
constancia. Era también sumamente comprensivo para con la
conducta ajena. Muy alto, de presencia majestuosa como revelan sus
numerosos retratos y estatuas, dotado toda su vida de una salud
excepcional, elegido Papa con sólo cincuenta y dos años y
habiendo reinado hasta algo menos de los setenta, su paso por la Sede
Apostólica marca una última época de grandeza del
Papado romano antes de la decadencia que sigue a la Guerra de los
Treinta Años.
En cuanto a la intervención del
Papa en la política europea, estuvo presidida por la más
estricta neutralidad entre los monarcas europeos en continua disputa y
una intensa actividad diplomática (llevada a cabo por sus
nuncios, que cubrieron toda Europa con una movilidad sorprendente para
la época) encaminada a fomentar el mantenimiento y progreso de
la religión católica en todos los países.
Esta continua preocupación por la
religión en los Estados europeos, iba acompañada de una
actividad continua en el gobierno interior de la Iglesia. Las misiones
cobraron bajo este Papa un incremento tan notable, que se hizo precisa
la creación de un organismo expresamente destinado a atenderlas:
la Congregación de Propaganda Fide, creada por su sucesor
Gregorio XV. La vieja cuestión de la disputa entre tomistas y
molinistas sobre el libre albedrío tuvo también su
solución con P., que se negó a definir ninguna doctrina
dogmática en cuestión que los teólogos no
habían podido esclarecer, e impuso silencio a los contendientes.
Atendió particularmente a las órdenes religiosas, de las
que hizo amplio uso en su labor cristianizadora en los países
protestantes y de misión: los Hermanos de San Juan de Dios, los
Camilos, el Oratorio de San Felipe Neri, recibieron la
aprobación o la confirmación definitiva; los jesuitas y
capuchinos le sirvieron grandemente como avanzadas de la
predicación y fueron por él muy protegidos. Elevó
a los altares a personas muy insignes como Carlos Borromeo,
Tomás de Villanueva, Luis Beltrán, Pascual Bailón,
etc. Se trataba de santos cuyas vidas eran bastante recientes, y que
podían ser puestos como modelos de virtudes a los cristianos con
tanta mayor eficacia que otros santos de tiempos muy antiguos, cuyos
hechos podían resultar más extraños como ejemplo
de santidad para los hombres del s. xvii. En la misma línea, la
canonización de Isidro Labrador puso ante los ojos de los fieles
la vida sencilla de un trabajador, que se había santificado en
el ordinario cumplimiento de su labor de cada día.
En el gobierno de los Estados papales,
atendió con continuo esfuerzo a la maltrecha hacienda,
acometió notables obras públicas, y es el creador del
Archivo Secreto Pontificio, una de las principales joyas
archivísticas actuales. Como mecenas artístico,
desarrolló el Papa una labor de gigante: concluyó la
Basílica de San Pedro, dotó a Roma de su mejor parte -que
aún hoy se conserva como tal-, mejoró notablemente el
palacio y los jardines del Quirinal, y dotó a los jardines
vaticanos con sus grandes fuentes.
En el proceso de Galileo (v.) han
encontrado los historiadores tal vez la principal mancha de este
pontificado; sin embargo, debe tenerse en cuenta que los hallazgos
científicos de Copérnico, que era lo que realmente se
puso en discusión en la primera fase del conflicto, eran
rechazados por muchos hombres de ciencia de la época, y fueron
los protestantes, siguiendo el ejemplo de Lutero, los que con mayor
empeño los combatieron en nombre de la S. E. yque P.
dispensó siempre su amistad a Galileo, y lo protegió
contra la persecución que le venía de parte de los
teólogos romanos, pese a que en no pocas ocasiones el sabio
astrónomo sostuvo tesis y adoptó posturas que la
posteridad ha debido también rechazar.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)