BEATA PAULA GAMBARA
COSTA
24 de enero
1515 d.C.
Nació en
Brescia, en el seno de una familia noble. Se casó con el conde
de Benasco, Ludovico Costa, sin mucha convicción y obligada por
sus padres, ya que quería ser religiosa. Se dejó
arrastrar por la vida mundana de su matrimonio, pero empezó a
sufrir mucho las borracheras de su marido y sus infidelidades. Tuvo un
hijo a quien llamaron Juan Francisco.
Tuvo como director
espiritual al beato Ángel Carletti de Chivasso que le dijo:
"ruegue por la conversión de su marido, hija mía,
súfralo hasta que él se convierta...". Encontró
así un sentido a su vida... se dedicó a los desgraciados
y permaneció muy ligada a su casa. Se hizo terciaria
franciscana. Entre los años 1493-1503 hubo una hambruna que dio
ocasión a Paula para ejercitar la generosidad con los muchos
indigentes que acudían a sus puertas.
El esposo, que no
comprendía ni aprobaba el cambio operado en su mujer, se
volvió más soberbio, avaro, duro, disoluto; Paula estuvo
como prisionera, y no pocas veces el conde la maltrataba a golpes,
bofetadas e inclusive patadas; se volvió cruel hacia ella y la
humilló hasta el extremo, dando pie a que la misma servidumbre
no tuviera respeto alguno a su señora. Ludovico, que
tenía una amante, acabó acogiéndola en su propia
casa por más de diez años, a la vista de su mujer, de los
domésticos y de la gente del entorno. Paula, aconsejada por el
beato Ángel, no explotó ni simplemente se resignó;
reaccionó, sí, pero no como enemiga o víctima,
sino como esposa enamorada y preocupada por salvar a su marido de las
redes pasionales que lo aprisionaban y lo llevaban a la
perdición. En 1504 la amante del conde enfermó gravemente
y todos la abandonaron. Solamente Paula se dedicó a cuidarla y
la preparó para morir reconciliada con Dios.
Finalmente, el sacrificio y comportamiento de Paula dieron su fruto: el
conde comprendió la calidad humana y espiritual tan elevada de
su esposa, se convirtió de su vida disipada y le permitió
a Paula llevar externamente el hábito franciscano y practicar
libremente sus obras de piedad y de caridad. Sucedió que el
conde cayó gravemente enfermo, y ella lo cuidó como
esposa amante y enfermera suya; además, en sus oraciones lo
encomendó al beato Ángel, que había fallecido en
Cúneo. Ludovico se curó y fue en peregrinación a
visitar la tumba del Beato; el relato de esta curación se
incluyó en las actas para la beatificación del P.
Ángel. Cuando más tarde Paula quedó viuda, se
dedicó con total entrega a educar al hijo y a asistir a los
pobres y enfermos. Muchas veces el Señor premió su
caridad con prodigios. Murió en Bene Vagienna (Cúneo),
donde había vivido de casada. El pueblo la veneró de
inmediato, apreciando en ella sobre todo su modo de vivir el matrimonio
con aquel marido; en su tierra natal subsiste el dicho: “Ha sido
probada como la beata Paula”. Su culto inmemorial fue confirmado
por el Papa Gregorio XVI el 14 de agosto de 1845.