No se dejen llamar maestro, porque un solo maestro tienen ustedes y todos son hermanos. Tampoco deben decirle padre a nadie en la tierra, porque un solo Padre tienen: el que está en el cielo. Ni deben hacerse llamar Jefe, porque para ustedes Cristo es el jefe único (Mt 23,8-10).
Interpretando
esto al pie de la letra, estaría prohibido llamar
«Padre» al propio papá y decir «Maestro»
o «Jefe» a ciertas personas. Pero no es así. En
realidad, la misma Biblia presenta el don de ser «Maestro»
(1Cor 12,28) o «Jefe» (Ef 5,23).
Lo que quiere decir Jesús es que sepamos reconocer a «Dios» como el ser más importante que está por encima de todo lo que existe y aceptarnos los unos a los otros como hermanos, sin considerarnos más importantes que los demás.
Que el más grande de ustedes se haga servidor de los demás. Porque el que se hace grande será rebajado, y el que se humilla será engrandecido (Mt 23,11-12).
En efecto, en la misma Biblia encontramos la palabra «Padre» usada en un sentido material y espiritual.
— Sentido material:
Honra a tu padre y a tu madre (Lc 18,20).
— Sentido espiritual:
Eliseo lo vio alejarse y clamaba:’¡Padre, padre mío, carro de Israel y su caballería!’ (2 Re 2,12).
Sus servidores se acercaron a él cuando se iba, y le dijeron: ‘Padre, si el profeta te hubiera mandado hacer una cosa difícil, ¿no la habrías hecho? Y que fácil es bañarte como el profeta te ha ordenado’ (2 Re 5,13).
Cuando el rey de Israel los vio, le preguntó a Eliseo: ‘¿Debo matarlos, padre mío?’ Él le respondió: No los mates. No eres tú quien los apresó con espada y con arcos (2 Re 6,21-22).
Entonces grita: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí, y manda a Lázaro que se moje la punta de un dedo para que me refresque la lengua, porque estas llamas me atormentan’ (Lc 16,24).
Él respondió: Hermanos y padres, presten atención (Hech 7,2).
Como
vemos aquí, San Esteban llama «hermanos» al pueblo
en general y «Padres» a los sacerdotes y a los ancianos.
El sacerdote mediante la administración de los sacramentos, especialmente del Bautismo, y de la predicación del Evangelio, se vuelve el verdadero «Padre» de los demás cristianos, que vienen a ser sus hijos.
Hijos míos, de nuevo sufro los dolores del alumbramiento hasta que Cristo se forme en ustedes (Gál 4,19).