ORDEN SACERDOTAL
El Orden es el sacramento por el que algunos de entre
los fieles quedan constituidos ministros sagrados, al ser marcados con un
carácter indeleble, y así son consagrados y destinados a apacentar
el pueblo de Dios según el grado de cada uno, desempeñando
en la persona de Cristo Cabeza las funciones de enseñar, santificar
y regir.
Jesucristo es el verdadero y supremo Sacerdote de la Nueva Ley,
pue sólo Él nos reconcilió con Dios por medio de su
Sangre derramada en la Cruz (Hebreos 8,1; 9,15). Sin embargo, quiso Jesús
que algunos hombres, escogidos por Él, participaran de la dignidad
sacerdotal de modo que llevaran los frutos de la Redención a todos
los demás. Con ese fin instituyó el sacerdocio de la Nueva
Alianza (Lucas 22,19). A su vez los Apóstoles, inspirados por Dios,
sabían que el encargo de Jesús no acabaría con ellos,
y por eso transmitían el ministerio mediante el sacramento del Orden,
que administraban por la imposición de las manos y la oración
(Hechos 14,23-24). De este modo comunicaban a otros hombres el poder de regir,
santificar y enseñar que ellos habían recibido directamente
del Señor.
Es dogma de fe explícitamente definido que el sacramento
del Orden sacerdotal es uno de los siete sacramentos de la Nueva Ley instituidos
por Nuestro Señor Jesucristo.
Los protestantes niegan este sacramento: para ellos no hay distinción
entre los sacerdotes y los laicos; todos los fieles son sacerdotes, y para
ejercitar el ministerio sólo requieren un nombramiento o delegación
de la comunidad.
a) Consta expresamente en la Sagrada Escritura que Cristo hizo
de los Apóstoles una elección especial: "Subió a un
monte y llamando a los que quiso, vinieron a Él, y designó
a doce para que le acompañaran y para enviarlos a predicar" (Marcos
3,13-15); "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo
os elegí a vosotros" (Juan 15,16).
b) Al elegirlos les confió una misión y les dio
unos poderes particulares; en concreto:
--Poder de perdonar los pecados: " A quienes ustedes perdonen los pecados
les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen les quedarán
sin perdonar" (Juan 20,23; Mateo 16,19; 18,18).
--Poder de administrar los demás sacramentos y de predicar la Palabra
de Dios: "Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones y háganlas
mis discípulos, bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo; y enséñenles a obedecer todo cuanto
les he mandado a ustedes" (Mateo 28,19-20); "Como mi Padre me envió,
así yo los envío a ustedes" (Juan 20,21).
--Poder sobre el Cuerpo real de Cristo, para renovar incruentamente el sacrificio
de la Cruz, hasta el fin de los siglos (Lucas 22,19; 1 Cor 11,23-25). Este
es el principal poder que reciben los presbíteros, pues el sacerdocio
se ordena primariamente al sacrificio.
c) Estos poderes fueron dados por el Señor a sus Apóstoles
con una finalidad: continuar su misión redentora hasta el fin de los
siglos (Mateo 28,20; Juan 17,18). Esta finalidad sería inalcanzable
si los poderes terminaran con la muerte de los Apóstoles, y por eso
Cristo les mandó que los transmitieran, y así lo entendieron
y practicaron desde el principio:
"Impusieron las manos sobre algunos, elegidos específicamente" (Hechos
6,6; 13,13).
Constituyeron presbíteros y obispos para gobernar las
Iglesias locales (Hechos 14,23; 20,28), para administrar los sacramentos
(1 Corintios 4,1), para fomentar las buenas costumbres y vigilar la recta
doctrina (1 Tesaloniscenses 3,2).
Este sacramento se llama Orden sagrado porque consiste en grados
ordenados, jerárquicamente subordinados entre sí, de los que
resulta la jerarquía eclesiástica.
La materia del sacramento del Orden es la imposición
de las manos y la forma es la oración consecratoria que los libros
litúrgicos prescriben para cada grado.
En la ordenación de presbíteros son las
palabras de la oración que el obispo dice después de que el
ordenado ha recibido la imposición de las manos. Las esenciales son:
"Te pedimos, Padre Todoporoderoso, que confieras a estos siervos tuyos la
dignidad del presbiterado; renueva en sus corazones el Espíritu de
santidad; reciban de Tí el sacerdocio de segundo grado y sean, con
su conducta, ejemplo de vida" (Ritual de Ordenación de Presbíteros).
Por la ordenación sagrada el sacerdote es constituido
ministro de Dios y dispensador de los tesoros divinos (1 Cor 4,1). Con este
sacramento recibe una serie de efectos sobrnaturales que le ayudan a cumplir
su misión, siendo los principales: a) el carácter indeleble,
distinto al del Bautismo y al de la Confirmación, que constituye al
sujeto en sacerdote para siempre (Hebreos 5,5-6).
En el caso de los tres sacramentos que lo imprimen, el carácter
es una cierta capacitación para el culto, que en el sacramento del
orden constituye la más plena participación en el sacerdocio
de Cristo:
--Lleva a su plenitud el sacerdotal.
--Perfecciona el poder sacerdotal.
--Corona la capacidad de ejercer fácilmente ese poder sacerdotal que
el fiel ya tiene por el Bautismo y la Confirmación.
El carácter realiza todo eso a través de una configuración
del que se ordena con Cristo, Cabeza del Cuerpo Místico, que le faculta
para participar de un modo muy especial en su sacerdocio y en su triple función.
Por eso el sacerdote se convierte en:
a) Ministro autorizado de la Palabra de Dios.
b) Ministro de los sacramentos.
c) Ministro del pueblo de Dios.
El sacramento del Orden aumenta la gracia santificante; otorga,
además, la gracia sacramental; es decir, la ayuda sobrenatural necesaria
para poder ejercer debidamente las funciones correspondientes al grado recibido.
El ministerio eclesiástico, instituido por Dios, está
ejercido en diversos órdenes que ya desde antiguo reciben los nombres
de obispos, presbíteros y diáconos.
EL EPISCOPADO:
Entre los diversos ministerios que existen en la Iglesia, ocupa
el primer lugar el ministerio de los obispos que, a través de una
sucesión que se remonta hasta el principio, son los transmisores de
la semilla apostólica.
En orden a la consagración de la Eucaristía su
potestad no excede a la de los presbíteros, pero sí la excede
en:
--Conferir el sacramento del Orden.
--Terminar el ciclo de la inciación cristiana confiriendo el sacramento
de la Confirmación.
--Se reserva, de ordinario, la consagración de los santos óleos.
--El derecho a predicar en cualquier lugar.
--El ser colocados al frente de las diócesis o Iglesias locales y
gobernarlas con potestad ordinaria, bajo la autoridad del Romano Pontífice;
pero tiene al mismo tiempo con todos sus hermanos en el episcopado colegialmente,
la solicitud de todas las Iglesias.
--Le corresponde en su diócesis, dictar normas sobre el seminario,
sobre la predicación, sobre la Liturgia, etc.
Además, son los obispos quienes conceden a los presbíteros
cualquier poder de régimen que puedan tener sobre los demás
fieles, y el encargo de predicar la Palabra Divina.
EL PRESBITERADO
Los Presbíteros, aunque no tienen la plenitud del sacerdocio
y dependen de los obispos en el ejercicio de su potestad, tienen el poder
de:
--Consagrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo;
--Perdonar los pecados;
--Ayudar a los fieles con las obras y la doctrina;
--Administrar aquellos otros sacramentos que no requieran necesariamente
el orden episcopal.
EL DIACONADO
El Diácono asiste al sacerdote en determinados oficios;
por ejemplo:
--En las funciones litúrgicas, en conformidad con los respectivos
libros;
--Administrando el Bautismo solemne;
--Reservando y distribuyendo la Eucaristía, llevando el Viático
a los moribundos y dando la bendición con el Santísimo;
--Asistir al Matrimonio donde no haya sacerdote.
El diaconado que fue y sigue siendo un esclaón al presbiterado,
es también ahora un grado permanente y propio de la jerarquía.
Es ministro de la ordenación sagrada en todos sus grados,
el Obispo consagrado. Para la validez basta que el Obispo tenga la intención
requerida y observe el rito externo de la ordenación, aunque sea hereje,
cismático, simoníaco, o se halle excomulgado. Sólo el
varón bautizado recibe válidamente la ordenación.
Las obligaciones de los clérigos son : el celibato sacerdotal,
santidad de vida, obediencia al Ordinario (al Papa y Obispo), uso del traje
eclesiástico.