ORACIONES A SAN
AGUSTÍN DE HIPONA
Oraciones
Oh glorioso San Agustín, tu fuiste un hombre
sensual atormentado frecuentemente por los apetitos y deseos naturales.
Pero supiste encontrar tu camino hacia Dios por medio del fuerte deseo
de vivir una rica vida espiritual y plena de sentido. Ayúdame a
ver las cosas como tu enseñaste, que Dios esta presente en todos
aquellos que con buena voluntad le buscan y en todos los que le aman
como El nos ama. Ayúdame a ver a través de mis deseos de
Dios y ayúdame a ver el amor de Dios en todos mis deseos. Te
pido San Agustín, que me ayudes a encontrar a Dios en todo lo
que veo. Infunde en mi espíritu con el deseo de conocer y amar a
Dios con todo mi corazón. Amén
Amado santo, tu primeramente estuviste centrado en el
hombre y te adheriste a las enseñanzas falsas. Finalmente te
convertiste por la gracia de Dios y llegaste a ser un teólogo
orante, centrado en Dios, en su amor y en su predicación. Ayuda
a los teólogos en sus estudios de la verdad revelada. Ayudales a
seguir siempre el magisterio de la Iglesia en su esfuerzo por comunicar
las enseñanzas de la tradición en una forma que resulte
atractiva al mundo de hoy. Amén.
NOVENA
Por la señal…
Señor mío Jesucristo…
Oración para todos los días.
Peregrino y enfermo, vuelvo a Ti, Dios mío, cansado
de peregrinar fuera de Ti, y agobiado por el grave peso de mis males.
Lo he visto; lo he experimentado: lejos de Ti no hay abrigo, ni
hartura, ni descanso, ni bien alguno que sacie los deseos del alma que
creaste.
Heme, pues, aquí, desnudo y hambriento y miserable, ¡oh
Dios de mi salud!
Ábreme las deseadas puertas de tu casa; perdóname;
recíbeme; sáname de todas mis enfermedades; úngeme
con el óleo de tu gracia, y dame el ósculo de paz que
prometiste al pecador contrito y humillado.
¿A quién, sino a Ti, clamaré, desde el profundo
abismo de mis males, oh Dios mío y Misericordia mía?
Como el ciervo herido desea la corriente de las aguas, así mi
alma corre a Ti, sedienta de tu amor, y desea tu rostro
amabilísimo.
¡Oh Verdad! ¡Oh Belleza infinitamente amable de Dios!
¡ Cuán tarde te amé!, ¡cuán tarde te
conocí! y ¡cuán desdichado fue el tiempo en que no
te amé ni conocí!
Mis delitos me han envejecido; mis culpas me han afeado; mis
iniquidades han sobrepujado, como las olas del mar, por encima de mi
cabeza.
¡Quién me diera, Dios mío, un amor infinito para
amarte, y un dolor infinito para arrepentirme del tiempo en que no te
amé corno debía!
Mas, al fin, te amo y te conozco, Bien sumo y Verdad suma, y con la luz
que Tú me das me conozco y me aborrezco, pues yo he sido el
principio y la causa toda de mis males.
¡Conózcate yo, Dios mío, de modo que te ame y no te
pierda!
¡Conózcame a mí, de suerte que sepa aborrecerme y
no me busque vanamente en cosa alguna!
¡Amete yo, mi Dios, y suma Riqueza de mi alma, de modo que
merezca poseerte! ¡Y aborrézcame a mí de modo tal
que me vea libre de la gran miseria de mí mismo!
¡Muera yo a mí, que soy causa de mi muerte, para no morir
con muerte sempiterna! ¡Y viva yo para Ti, Dios mío y Vida
mía, de modo que Tú seas mi verdadera vida y mi salud
perfecta para siempre! Amén.
PRIMER DÍA
Vocación divina.
Gloriosísimo Padre San Agustín, que por divina
dispensación fuisteis llamado de las tinieblas de la gentilidad
y de los caminos del error y de la culpa a la admirable luz del
Evangelio y a los rectísimos caminos de la gracia y de la
justificación para ser ante los hombres vaso de
predilección divina y brillar en días calamitosos para la
Iglesia, como estrella de la mañana entre las tinieblas de la
noche: alcanzadnos del Dios de toda consolación y misericordia
el ser llamados y predestinados, como Vos lo fuisteis, a la vida de la
gracia y a la gracia de la eterna vida, donde juntamente con Vos
cantemos las misericordias del Señor y gocemos la suerte de los
elegidos por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en
esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima
Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este
Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín.
Terminar con la oración final para todos los días.
Oración final para todos los días.
¡Gloríosísimo Padre San
Agustín, Doctor sapientísimo de la gracia, Custodio
fidelísimo de la fe, Patriarca dichosísimo de la gran
familia agustiniana y de tantas familias religiosas que abrazaron
vuestra apostólica Regla, como amplísimo camino de
perfección y santidad! Acordaos, en la abundancia de vuestra
gloria y en las eternas alegrías de la patria, de los que
todavía gemimos en la tribulación y en el destierro; no
os olvidéis en vuestro corazón, lleno ya de los deleites
de Dios, de los hijos, de los amigos, de los pecadores, que os llaman y
buscan como a Padre, como a Amigo. como a poderoso Mediador ante el
Dios de las misericordias y de las justicias sempiternas.
¡Volver a tratar de la santidad con el impío,
de la justicia con el injusto, del orden y de la paz con los que
imperan y gobiernan, del salario de la eternidad con los obreros del
tiempo, del gozo y de la posesión del sumo Bien con todos los
hijos del dolor y del trabajo.
¡Vuelva a caer sobre la tierra el rocío de vuestra palabra!
¡Vuelvan a florecer las soledades y los claustros de la santidad
de vuestros monjes y de vuestras vírgenes!
¡Vuelva, como en días de triunfo, a respirar con
alegría la militante Iglesia bajo la sombra de vuestro
báculo!
Padre y Pastor amantísimo, que no queríais
vuestra salvación sino salvando a vuestro pueblo: no os
olvidéis ahora, que estáis en el lugar seguro, de los que
nos hallamos todavía en medio de la batalla y del peligro;
cobijadnos a todos bajo las alas de vuestra caridad y vuestro celo;
guardadnos a todos en el redil del Divino Pastor, Cristo; conducidnos
por la senda dichosa de su Ley, y llevadnos con vos a los eternos pasos
de su gloria, donde juntamente con vos le veamos en la inefable
compañía del Padre y del Espíritu Santo, y
Él sea nuestro Dios, y nosotros seamos su pueblo por los siglos
de los siglos. Amén.
SEGUNDO DÍA
Conversión a Dios.
Gloriosísimo Padre San Agustín, que en la
hora dichosa de vuestra conversión a Dios fuisteis iluminado de
tal modo por la luz de la verdad divinamente revelada, que en vuestra
inteligencia no quedó lugar alguno para las tinieblas que la
oscurecían, ni en vuestro corazón escoria alguna de los
amores de la tierra, y en aquel punto quedasteis hecho Doctor y Maestro
de una ciencia divina que antes no comprendíais, y antorcha
resplandeciente de una caridad tan nueva y tan divina que os hizo
aborrecer todo lo que antes amabais: alcanzadnos del Dios de toda
piedad y misericordia la gracia de convertirnos a Él de tal
manera que no habite jamás en nosotros la ceguedad y
corrupción del hombre viejo, y seamos vestidos totalmente de luz
y de la gracia del nuevo Adán, Jesucristo Señor nuestro,
el cual sea nuestra vida y nuestro amor por los siglos de los siglos.
Amén
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en
esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima
Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este
Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín.
TERCER DÍA
Perseverancia.
Gloriosísimo Padre San Agustín, que desde el
día dichoso de vuestra conversión supisteis ya correr y
saltar con alegría por los caminos del temor del Señor,
sin desfallecer jamás, ni volver los ojos a las antiguas sendas
de vuestra juventud, porque en la escuela de aquel santo temor
aprendisteis la sabiduría, la disciplina, la justicia y la
equidad, que fueron corona de gracias para vuestra cabeza y collar de
perlas preciosas para vuestro cuello: alcanzádnos del Dios de
toda providencia y sabiduría aquella sagacidad que hace sabios a
los niños, y aquel entendimiento que da prudencia a los adultos,
para que sepamos volar en pos de vuestros altísimos ejemplos,
como en pos del águila sus hijuelos, hasta conseguir, como Vos,
el premio de los que vencen y la corona de los que triunfan en
Jesucristo Nuestro Señor por los siglos de los siglos.
Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en
esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima
Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este
Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín.
CUARTO DÍA
Castidad.
Gloriosísimo Padre San Agustín, que, desde
el día en que felizmente rompisteis las cadenas de la antigua
servidumbre del pecado, de tal modo os consagrasteis a Dios y al
estudio de la verdadera sabiduría, que no quisisteis otra esposa
que la excelsa virtud de la castidad, y en ella supisteis encontrar la
vena del contento y de la alegría de vuestro corazón,
aborreciendo para siempre las turbias y corrompidas aguas de las
cisternas de la tierra: alcanzadnos del Dios poderoso de las virtudes
la gracia de saber desatarnos de todo vínculo, no santo, de
carne y sangre, de modo que permanezcamos libres, puros y castos, como
ángeles de Dios, sobre la tierra, para que seamos dignos, un
día, de alcanzar, como vos, el premio de los limpios de
corazón, que es ver a Dios, cara a cara, entre los increados
resplandores de su gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en
esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima
Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este
Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín.
QUINTO DÍA
Pobreza
Gloriosísimo Padre San Agustín, que, al
sumergiros en las aguas purificadoras del Bautismo, de tal modo os
desnudasteis, en aquel instante, del afecto a las cosas de la tierra,
que ya no pensasteis sino en abrazaros con la apostólica virtud
de la pobreza, y no contento con abrazarla vos y practicarla, con la
increíble estimación de su hermosura, la persuadisteis a
muchos y sobre ella fundasteis el edificio inmenso de vuestra admirable
y Santa Religión: alcanzadnos, del Dios que os inspiró
tanto amor a la perfectísima pobreza, la gracia de vivir y
morir, como verdaderos pobres de Cristo, desposeídos de todo
apego a las cosas perecederas de acá abajo, y fijo siempre el
corazón y el pensamiento en los bienes eternos de allá
arriba, para que, libres del peso inútil de aquellas,
merezcamos, como vos, la posesión dichosa de éstos por
los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en
esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima
Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este
Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín.
SEXTO DÍA
Obediencia
Gloriosísimo Padre San Agustín, que, desde
el día para siempre memorable en que os incorporasteis a la
Iglesia de Cristo, de tal modo reconocisteis su divina autoridad sobre
los hombres, que confesabais no poder ser hijo de la Fe si no lo
fuerais antes de la Iglesia, y con la palabra y el ejemplo
confirmasteis a los fieles en la universal y absoluta sumisión a
la cátedra de San Pedro: alcanzadnos, del Dios que se hizo a
sí mismo obediente hasta la muerte, la gracia de no separarnos
jamás de la unidad santa de su Iglesia y de rendir nuestro
juicio y voluntad a los Prelados que en nombre de la Iglesia nos
gobiernen, con aquella docilidad que es puerta infalible de la eterna
vida, a fin de que merezcamos, un día, las victorias de los que
dignamente obedecen y la gloria inmarcesible de los que sabiamente se
humillan por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en
esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima
Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este
Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín.
SÉPTIMO DÍA
Humildad
Gloriosísimo Padre San Agustín, que, desde
la cumbre misma de la santidad, y rodeado de los esplendores de la
dignidad altísima de que os hallabais investido en la Iglesia de
Dios, no os olvidasteis de mirar al abismo de la humana fragilidad y
miseria, y, embriagado del vino generoso de la compunción por
los pasados extravíos de vuestra juventud, los confesasteis a la
faz del mundo, para vuestra humillación y justísima
alabanza y glorificación de la gracia y de las grandes
misericordias del Señor: alcanzadnos del Dios justísimo y
misericordiosísimo, que abate hasta el infierno a los soberbios
y ensalza hasta su gloria a los humildes, la gracia de adorar con
reverencia sus tremendos juicios, reconociendo con verdadera luz
nuestros pecados, y confesando con amor sus divinas misericordias, para
que, libres de la confusión e ignominia de los soberbios.
merezcamos, un día, ser ensalzados como los humildes, entre los
verdaderos hijos de Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en
esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima
Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este
Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín.
OCTAVO DÍA
Santidad
Gloriosísimo Padre San Agustín, «bello
sol» entre los Doctores de la Iglesia; «luna llena»
entre los sabios de todos los tiempos, que de vos toman la lumbre de la
sabiduría; «alto ciprés» entre los
confesores, por vuestra magnanimidad y fortaleza; «fresco y
fragantísimo lirio» entre los castos e inocentes, que no
habéis manchado nunca la blanca estola del Bautismo que una vez
recibisteis; «árbol de oloroso incienso» por la
devoción y contemplación con que penetrasteis los
misterios divinos; «arco iris» de paz entre Dios y los
hombres en días calamitosos y terribles para todo el mundo;
«hermosísima palmera, rodeada de renuevos y cargada de
preciosísimos racimos», como Padre y Patriarca de una gran
familia de monjes y de vírgenes; «rico vaso de oro,
guarnecido de piedras preciosas», porque resplandecéis
entre los Santos por la hermosura y variedad de vuestras virtudes y por
el brillo de vuestra caridad indeficiente: alcanzadnos del Dios tres
veces Santo y Amador de toda santidad la gracia de ser, a semejanza
vuestra, sabios en la doctrina, magnánimos en la fortaleza,
inmaculados en las costumbres, amantes de la oración y del
retiro, pacíficos con todos nuestros hermanos, resplandecientes
con la luz del buen ejemplo, y en toda virtud ricos, llenos y
perfectos, conforme a nuestra vocación y estado, de modo que
merezcamos, algún día, estar en donde vos estáis y
reinar con vos entre los santos por los siglos de los siglos.
Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en
esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima
Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este
Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín.
NOVENO DÍA
Celo
Gloriosísimo Padre San Agustín,
celosísimo defensor de la honra del Altísimo, que,
inflamado en la llama de un celo abrasador y divino, quitasteis de la
tierra las abominaciones de la impiedad; procurasteis de mil modos la
salud de todas las gentes, y velasteis por la gloria del Señor,
por el decoro de su templo y la santidad de sus sacerdotes: alcanzadnos
del Dios santísimo y celosísimo de la gloria de su
nombre, y que tiene por nombre «fuego abrasador», que se
digne encender en nuestros corazones aquel sagrado fuego que abrasaba
el vuestro, a fin de que arda siempre en nosotros aquel celo que
purifica y no destruye, que corrige y no afrenta, que todo lo repara y
edifica, mas nunca se envanece con el triunfo, porque da toda la gloria
a solo Dios, a quien solamente se debe y a quien sea todo honor y toda
la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en
esta Novena.
Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima
Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este
Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín.