ORACIÓN A SAN
MIGUEL ARCANGEL DEL PAPA LEÓN XIII
¡Oh glorioso príncipe de las milicias
celestes, san Miguel arcángel, defiéndenos en el combate
y en la terrible lucha que debemos sostener contra los principados y
las potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas,
contra los espíritus malignos! Ven en auxilio de los hombres que
Dios ha creado inmortales, que formó a su imagen y semejanza y
que rescató a gran precio de la tiranía del demonio.
Combate en este día, con el ejército de los santos
ángeles, los combates del Señor como en otro tiempo
combatiste contra Lucifer, el jefe de los orgullosos, y contra los
ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y
para quien no hubo nunca jamás lugar en el cielo. Si ese
monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satán,
él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus
ángeles al fondo del abismo.
Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer
homicida ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como
ángel de luz y seguido de toda la turba y seguido de
espíritu malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de
él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir,
matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a
la eterna corona de gloria. Sobre hombres de espíritu perverso y
de corazón corrupto, este dragón malvado derrama
también, como un torrente de fango impuro el veneno de su
malicia infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad,
de blasfemia y el soplo envenado de la impudicia, de los vicios y de
todas las abominaciones. Enemigos llenos de astucia han colmado de
oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y
sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales.
Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la
cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el
abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al
Pastor y dispersar al rebaño.
Te suplicamos, pues, Oh príncipe invencible, contra
los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo
de Dios y dale la victoria. Este pueblo te venera como su protector y
su patrono, y la Iglesia se gloría de tenerte como
defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te
confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud
celeste. ¡Ah! Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo
nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no
pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni
causar perjuicio a la Iglesia. Presenta nuestras oraciones ante la
mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor
nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua
serpiente que es diablo y Satán, encadénalo y
precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los
pueblos. Amén
- He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
Venció el León de Judá, el retoño de David
-Que tus misericordias, Oh Señor se realicen sobre nosotros.
Como hemos esperado de ti.
-Señor, escucha mi oración
Y que mis gritos se eleven hasta ti.
Oh Dios Padre Nuestro Señor Jesucristo, invocamos
tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia para que por
la intercesión de María inmaculada siempre Virgen,
nuestra Madre, y del glorioso san Miguel arcángel, te dignes
auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus
inmundos que recorren la tierra para dañar al género
humano y perder las almas. Amén