Padre Celestial; en el
santo nombre de tu Hijo Jesús, crucificado por mis pecados, y en
el Amor del Espíritu Santo, vengo muy humildemente ante ti, con
dolor por mis pecados. A través de la intercesión del
Inmaculado Corazón de María, te ofrezco el sacrificio de
Jesús en la cruz, el cual vivo cuando lo recibo en la Santa
Eucaristía.
Señor Jesús crucificado; te hablo humildemente, en la
presencia de Nuestra Bendita Madre María. Reconozco que tu
sufriste mucho por mí y por todos, y que estamos endeudados
contigo para siempre.
Señor; aprecio mucho tus sufrimientos por mí y por el
resto de la humanidad.
Te agradezco el haberme salvado a través de tu dolor aplastante,
a través de tus tantas heridas, a través de tu extremo
cansancio y agonía y a través de tu Preciosa Sangre
derramada con tanto dolor y amor por nosotros; a través de tu
dificultad para respirar, a través de tu sudor y lagrimas, a
través de tu paciencia misericordiosa, a través de cada
esfuerzo que tu hiciste y a través de tu ofrecimiento total por
mis pecados y por los pecados del mundo entero.
Señor a veces me quejo cuando tengo un pequeño
infortunio, o una herida o cuando estoy enfermo o cansado, o rechazado,
o despreciado o condenado. Pero tu cuerpo entero fue cubierto con
heridas dolorosas; fuiste perforado con dolor por la corona de espinas,
tu fuiste despojado de tu carne con la flagelación, fuiste
insultado con terribles blasfemias, fuiste escupido, fuiste humillado,
fuiste infligido nuevamente con heridas sobre tu herido hombro por el
peso aplastante de la cruz, tu fuiste herido nuevamente sobre tus
heridas por el despojo brutal de tus vestiduras, fuiste perforado
dolorosamente por lo clavos en la cruz, fuiste colgado sobre la cruz
para sangrar dolorosamente hasta tu muerte, sufriste asfixia a medida
que te resultaba mas doloroso respirar, pero tu agonía
física no se comparaba con tu agonía espiritual porque Tu
eres Dios, y tu alma santa sufrió con pena mientras tu
entregabas tu vida a cambio de nuestra vida eterna.
Tu viste la ingratitud de los hombres por tu gran sacrificio, y
sufriste por el orgullo de nuestros pecados, por la agresividad de los
que tu creaste con tanto amor, por el odio de los hombres que reciben
siempre todo tu amor si tan solo vienen a ti.
Mi Señor Jesús crucificado, vengo humildemente ante ti,
eterna fuente de sanación y de vida, Poderosa fuente de nuestra
Resurrección, alimento para nuestras almas en la Sagrada
Eucaristía, refugio eterno de la Luz Divina, puerta a la
Majestad y Gloria del Padre y de nuestra única esperanza y
salvación.
Divino Señor Misericordioso, ruego y suplico a nombre de toda la
humanidad por tu misericordia y compasión, por tu
sanación y bendiciones y por tu Salvación.
Oh, Precioso tesoro del Cielo, Tu que te ocultas al orgulloso, llena mi
corazón de humildad y de pureza para poder ser digno de recibir
las promesas de la vida eterna en Tu Gloria con el Padre y el
Espíritu Santo. Amen.
Señor en tu Sagrado Corazón coloco mi corazón
unido a todas mis necesidades y mis deseos, te presento humildemente
mis peticiones, por favor dígnate a escuchar mi súplica,
abrázame con tu amor, responde a mi alma, mírame como tu
hijito que viene atraído por tu amor.
Mi Señor Jesús; En tu cuerpo crucificado yo coloco
reverentemente mi pecado, mis enfermedades y las de la gente por quien
ruego; puesto que tu sufriste por nuestros sufrimientos y pagaste por
nuestros pecados. Disuélvelos por favor en tu misericordia;
concédeme estas peticiones en tu nombre santo y en el nombre de
tu dolorosa madre, mi madre. Amen.