BEATO OGLERIO
1214 d.C.
10 de septiembre
Nació en
Trino, Italia, probablemente en el seno de una familia potentada. En el
1148, asistió a la entrada de san Bernardo de Claraval en su
pueblo, que acompañaba a 14 cardenales, al papa san Eugenio III
(también él cisterciense) en su viaje de Asti a Vercelli,
para la consagración de la basílica de Santa María
la Mayor, por ello desde muy jovencito ingresó en la
abadía cisterciense de Lucedio en el Piamonte. Alternó el
estudio con el trabajo y tomó los votos en 1153 y en el 1161,
fue ordenado sacerdote. Mortificaba su cuerpo con ayunos y penitencias,
pero era manso con los demás, revelando, así, el
carácter que le distinguirá toda su vida.
Acompañó a su abad Pedro, a restablecer la paz
entre las ciudades del norte de Italia, por orden del papa Celestino
III: solucionaron las discusiones entre el obispo de Tortona y
los Templarios. Del sucesor de Celestino III tuvieron el encargo de
pacificar Parma y Piacenza (1200), reformar el importante monasterio de
Bobbio y, con el obispo de Vercelli, la congregación de los
Humillados de aquella ciudad. Solucionar las discordias entre los
monjes y canónigos de San Ambrosio de Milán (1202) y
entre el obispo de Génova y el Capítulo de su catedral
(1203). Llevaron además la misión de una embajada a
Armenia. Predicaron también la IV cruzada en Trino. Abad de
Lucedio (1205-1214), sucediendo al abad Pedro. Ya en vida tuvo fama de
taumaturgo.
En el 1210, Trino conquistó cierta autonomía
y el emperador Otón IV concedió posesiones y privilegios
al monasterio de Lucedio. Grande fue la caridad de los monjes que
atendían los graneros de la abadía para socorrer a los
necesitados. También Oglerio tuvo muchos encargos: por cuenta
del marqués Guillermo “el Bueno” fue ante el emperador Corrado y
el rey de Francia, Luis VII. En 1212, el papa Inocencio III lo
nombró árbitro entre los canónigos de Casale y
aquellos de Paciliano, al año siguiente tuvo la misión de
restablecer los derechos de los cistercienses sobre el cenobio de
Chortaiton, en Tesalónica, devastado por los sarracenos. El
obispo de Novara le hizo reformar un monasterio femenino y solventar
algunas controversias entre Lucedio y la ciudad de Vercelli.
Oglerio fue, ante todo, un excelente padre espiritual, en
los años en los que bullía la herejía albigense.
Quedan algunos escritos suyos, comentarios al “Evangelio de San Juan” y
en defensa de la Inmaculada Concepción, el “Tratado sobre las
excelencias de la Virgen Madre”, cuyo fin era impulsar la pureza en los
monjes, su responsabilidad y su observancia escrupulosa de la regla."No
es el hábito blanco, la tonsura alta y el rosario grande lo que
hacen a un buen monje. Es la conciencia transparente, el
espíritu puro, el rechazo al egoísmo y el corazón
ardiente por Cristo". Un día pasó por una ciudad de
la Liguria, y alejó algunos espíritus malignos y por ello
se le recordó como “terror de los espíritus inmundos”.
Fue sepultado en el altar mayor del monasterio y después en la
iglesia de Trino.