NUESTRA SEÑORA
DEL PUY
25 de mayo
Corría
mayo del año de 1085 cuando unos pastores de la población
de Abárzuza, cercana a Estella, y que llevaban varios
días pastando sus ovejas en la colina del Puy vieron durante
varias noches como una lluvia de estrellas caían sobre el
susodicho cerro. Más concretamente sobre una cueva que estaba
oculta por matorrales, espinas y abrojos, como dice el cántico a
nuestra Virgen.
El
Rey de Navarra y Aragón era Sancho Ramírez. En Pamplona
residía el Obispo de Navarra, Pedro de Roda. El del honor de
Estella era Lope Arnal y el Real Monasterio de Irache lo gobernaba el
abad mitrado san Veremundo.
La
curiosidad de los hechos les llevó a interesarse sobre tan
grandiosos acontecimientos. Los pastores se acercaron hacia la zona
donde se dirigían las prodigiosas luces y se encontraron con una
cueva, y en ella se hallaba una imagen de Nuestra Señora la
Madre de Dios, la cual en su regazo y sujetándolo con su mano
izquierda sostenía a su Hijo.
Ante
estos acontecimientos, los pastores se dirigieron a los clérigos
de Estella. Les explicaron los hechos de los que fueron testigos. Los
clérigos, junto con los pastores, subieron la colina del Puy
para de verificar los que los pastores “dobleros” Les explicaron.
Decimos “dobleros”, ya que es uno de los gentilicios de los oriundos de
Abárzuza.
Pedro
de la Roda, a la sazón Obispo de Pamplona, recibió con
gran placer mariano la noticia que le traían sus clérigos
de Estella, y raudo y veloz comunicó al Rey Sancho
Ramírez la buena nueva. El Rey de Navarra estaba batallando con
sus tropas en la conquista de Toledo, junto a su primo el rey de
Castilla, Alfonso VI, y recibió la noticia de la
aparición de la imagen de Nuestra Señora con gran fervor
y júbilo.
El
Rey Sancho Ramírez, dejando conquistada la ciudad de Toledo y
protegida ésta por sus tropas, se desplazó al galope
hasta la ciudad del Ega para poder verla in situ y de ese modo poder
venerar la imagen de los acontecimientos, la Virgen del Puy de Estella.
El
Rey Sancho Ramírez vio que el lugar no era el más
adecuado para la veneración de la imagen, ya que consideraba que
los fieles debían estar más agradablemente para realizar
los cultos pertinentes a la Virgen. Por ello mandó nuestro Rey
que se realizase un traslado solemne de la imagen, desde la cueva de la
colina del Puy hasta la parroquia del poblado de Lizarra, San Pedro de
Lizarra.
El
Rey Sancho Ramírez y el Obispo Pedro de la Roda,
acompañados por una muchedumbre de estellicas y foráneos
iniciaron el descenso hacia la iglesia de San Pedro de Lizarra y al
poco de iniciarse la procesión, justo cuando ésta llegaba
al humilladero la imagen se hizo “inmóvile”. No se quería
mover de los parajes en que apareció. Todos los intentos por
seguir adelante con la imagen fueron inútiles.
Ante
tal prodigio el Rey Sancho Ramírez y todos los que le
acompañaban se convencieron de que la imagen de Santa
María quería ser venerada en el lugar donde la
encontraron los pastores “dobleros” de Abárzuza y donde estuvo
tanto tiempo oculta de las destrucciones y profanaciones de las hordas
moras.
La
historia nos dice que en el año 711, gobernando el Rey visigodo
Rodrigo, 7.000 musulmanes al mando de Táriq Ibn Ziyad invadieron
su reino, la Hispania. La invasión sarracena llegó a
todos los rincones de la península y tuvieron presencia
contrastada en toda Navarra. En alguna de las correrías de los
moros por Navarra, los visitantes de la ermita o iglesia de de la
Virgen la escondieron en una cueva cercana a ella para protegerla del
invasor. Allí estuvo oculta y protegida de las manos musulmanas
hasta que transcurrido el tiempo desaparecieron los pobladores que la
escondieron y que mantenían el secreto de su escondite. Con
ellos desapareció la imagen de Nª Sª para todos los
habitantes de Estella, hasta que ante los ojos de los pastores
“dobleros” de Abárzuza ocurrieron los prodigios de las luces de
estrellas.
Lo
que sí está claro es que alguien escondió la
imagen en la cueva donde posteriormente se encontró, y que nadie
del lugar tenía conocimiento de ello, ya que de lo contrario se
hubiese venerado por los habitantes de la zona.
Existe
una leyenda que los franceses alimentan con gran cariño
chauvinista, y que quieren explicar la aparición de la imagen.
Peregrinos de Le Puy en Velay, ciudad del Alto Loira que está en
uno de los caminos de Santiago francés, guiados por Gotescalco
trajeron su imagen para llevarla hasta Santiago de Compostela y a su
paso por Estella, año 950, también trajeron su
devoción a su Virgen. Esta Virgen se quedó entre nosotros
y se veneraba en la ciudad. Posteriormente se escondió en la
cueva para protegerla de los desmanes de los sarracenos y allí
la encontraron los pastores de Abárzuza en 1085.
De
todas formas el benemérito Madrazo y otros arqueólogos
sostienen que su origen es visigótico o visigodo, y eso quiere
decir que esta imagen es anterior a la invasión morisca de
España. Por tanto la validez de que los primeros moradores de la
ciudad de Estella, ante las incursiones moriscas en la zona, tuvieron a
bien el esconder la imagen de la Virgen María en un lugar
alejado de la misma ciudad pero en término de ella.
Pedro
Zorrilla, sostiene fundamentadamente, que el nombre del Puy viene del
Puyo, y que por apócope aparece del Puy. Puyo en el lenguaje del
Reyno de Navarra significaba altura. En el libro Becerro del Puy a la
Virgen se la llama en latín Santa María del Podio, que
significa colina, otero. Lo mismo ocurre con el vocablo catalán
Puig. Todas estas palabras, Puyo, Puy, Puig, tiene su origen en una
modificación del vocablo celta “pech o puch”, que significa
“montaña”.