NUESTRA
SEÑORA DE LAUS
1664
d.C.
Benoîte era una pastora que trabajaba
cuidando el rebaño de una señora. Nació el 16 de
septiembre de 1647 en Saint-Étienne d'Avançon; su padre
falleció cuando tenía 7 años. Nunca
aprendió a leer ni escribir y su única instrucción
era el sermón de la misa dominical. Un día de mayo de
1664, mientras rezaba el Rosario, ve a una hermosa señora sobre
un peñasco, que lleva de la mano a un niño de belleza
singular. "¡Hermosa señora! —le dice—, ¿Qué
está haciendo ahí arriba? ¿Quiere comer conmigo?
Tengo algo de pan bueno, lo remojaríamos en la fuente". La
señora sonrió, pero no le dijo nada. "¡Hermosa
señora! —insiste Benoîte— ¡Podría darnos por
favor a ese niño, que tanto nos alegraría?". La
señora sonríe, toma a su niño en brazos y
desaparece en una cueva.
Durante cuatro meses, la señora se muestra todos
los días, conversando con gran familiaridad con la joven,
educándola para su futura misión. Benoîte cuenta
sus visiones a la dueña del rebaño, quien no le cree,
pero una mañana la sigue en secreto hasta el pequeño
valle de Fours. Una vez allí, no ve a la señora, pero oye
las palabras que ésta dirige a Benoîte. La
aparición le pide que advierta a la dueña del
rebaño de los peligros que corre su alma: "Tiene una mancha en
la conciencia. Que haga penitencia". Afectada por aquello, ésta
se corrige, vuelve a frecuentar los sacramentos y vive el resto de sus
días muy cristianamente.
El 29 de agosto pregunta a la visitante cómo se
llama, y ella le responde: "Mi nombre es María". Durante el
invierno de 1664-1665, Benoîte sube hasta Laus muy a menudo,
donde ve cada vez a la Virgen, quien le recomienda "rezar continuamente
por los pecadores". La noticia de las apariciones se propaga entre los
aldeanos, gracias a las veladas de las noches de invierno.
El 18 de septiembre de 1665, cuando Benoîte tiene
dieciocho años, las apariciones y la peregrinación son
reconocidas oficialmente por parte de la autoridad diocesana y, a
partir del otoño de ese año, empieza la
construcción de una iglesia para poder acoger a los peregrinos,
que cada vez son más numerosos.
Nuestra Señora se revela en Laus como
reconciliadora y refugio de los pecadores, y por eso aporta
señales para convencer a éstos de la necesidad de
convertirse; entonces dice a la pastora que el aceite de la
lámpara de la capilla (que arde ante el Santo Sacramento)
obrará curaciones en los enfermos que se lo apliquen, si
recurren con fe a su intercesión.
Benoîte tomó en serio la misión y se
convierte en laica misionera dominica, pues abraza la Orden de
Predicadores como terciaria y virgen consagrada, funda el santuario de
Nuestra Señora de Laus y se dedica a la acogida y
preparación de los pecadores para que reciban el sacramento de
la penitencia. A la vez, recibe el carisma del conocimiento de
conciencias (consiste en conocer los pensamientos, intenciones y deseos
de las personas, como lo tenía San Pío de Pietrelcina),
don que emplea en las conversiones y anima con frecuencia a los dos
sacerdotes adscritos al santuario a recibir a los peregrinos con
dulzura, paciencia y caridad, empleando una bondad especial para con
los más pecadores a fin de animarlos al arrepentimiento.
Además de las apariciones marianas, Benoîte
apreció apariciones de ángeles, santos y de Jesús.
Los testigos describieron a Benoîte como una mujer de
personalidad sólida, llena de buen sentido y confianza total en
la Virgen María.
La Virgen le pide que amoneste a las mujeres de vida escandalosa
y que les pida que se vistan con recato y practiquen la modestia,
especialmente, a las que cometen aborto, a los ricos injustos o
perversos, a los sacerdotes y religiosos infieles a sus compromisos
sagrados.
Entre 1669 y 1679, se le aparece Jesús cinco veces,
se le revela en un estado de sufrimiento. Un viernes de julio de 1673,
Jesús ensangrentado, le dice: "Hija mía, me muestro en
este estado para que participes de los dolores de mi Pasión". La
visionaria falleció el 28 de diciembre de 1718.
Conversiones y curaciones
En vida de Benoîte el santuario de Nuestra
Señora de Laus se hizo conocido, hoy recibe a más de 120
mil peregrinos al año. En la época, las autoridades
eclesiásticas dudaban de los hechos, hasta que el vicario
general de Embrun, Antoine Lambert, investiga y es testigo de la
curación de una mujer de 22 años, afectada por
parálisis por seis años, quien en la noche del 18 al 19
de abril de 1665, estando en su cama siente que puede mover las
piernas. En la mañana corre a la misa que celebraba Lambert,
quien exclama: “¡El dedo de Dios está acá!
¡El dedo de Dios está acá!”
Las primeras curaciones de Laus comprendían tanto a
adultos como a niños, entre las que destacan graves deficiencias
visuales, sanadas al aplicar el aceite de la lámpara del
santuario.
En la actualidad las curaciones físicas y
espirituales con el aceite siguen sucediendo. En el 2000, una
señora belga estaba afectada por una grave hernia discal
prominente y la iban a operar de urgencia, a lo que respondió:
“No doctor, no me opere, María me va sanar!” El cirujano
sonrió y le dijo con ironía: “¿Todavía cree
en milagros?” —“Sí doctor”—, respondió; tras cuatro
meses, al ver que no regresaba, el cirujano la llama para pasarla por
un escáner y se sorprende de la sanación.
“¿Doctor, ahora cree en los milagros?”, preguntó, a lo
que el médico respondió: “Sí señora, lo que
usted tenía sólo era curable con cirugía”.
Tras la muerte de Benoîte, el santuario
prosiguió como la Virgen anunciara, ella había dicho que
las osamentas de Benoîte harían milagros y que los
enfermos vendrían de todas partes a obtener curación. “He
elegido este lugar para la conversión de los pecadores”,
había dicho la Virgen, mientras que un ángel había
dicho: “Laus es obra de Dios, ni hombre ni demonio, con toda su malicia
y rabia, podrán destruir, pues subsistirá siempre
floreciendo, hasta el fin del mundo hará grandes frutos por
todas partes”.
Las conversiones de los pecadores son numerosas, los
religiosos evidencian en Laus confesiones de una rara calidad. En 1854,
monseñor Depéry obtuvo de Pío IX
autorización para coronar la estatua de Nuestra Señora de
Laus, en ceremonia del 23 de mayo de 1855. El 18 de marzo de 1894, al
santuario le fue concedido el título de basílica menor
por León XIII.
El Obispo de Gap y Embrun, Jean-Michel di Falco, en el
2003 retoma la causa de beatificación de Benoîte, admitida
por Juan Pablo II, sin que a la fecha haya sido beatificada. No
obstante, este 4 de mayo obtuvo el reconocimiento de la
aparición del Vaticano. "Reconozco el origen sobrenatural de las
apariciones y los hechos y dichos, experimentados y narrados por
Benoîte Rencurel. Animo a todos los fieles a venir y orar; y
buscar renovación espiritual en este santuario", dijo el prelado.
En la Iglesia Católica nadie está obligado a
creer en las apariciones, incluso en aquellas reconocidas oficialmente;
pero se les reconoce como ayuda en la fe y la vida diaria.
El Partido Comunista francés, la semana pasada
describió el anuncio de la ceremonia como "un intento de
marketing de la Iglesia" y denunció la anunciada presencia del
Secretario para asuntos de desarrollo regional, Hubert Falco, como una
"violación de la separación entre Iglesia y estado". El
ministro Falco, quien no es pariente del obispo, señaló
que su presencia era un ejercicio de libertad religiosa, que llevaba a
cabo "como simple persona de fe".