NUESTRA
SEÑORA DE LA ORACIÓN
1947
d.C.
Apariciones.
Primera aparición, 8 diciembre,1947.
Jacqueline Aubry, de doce años, su hermana
Jeanette, de 7 años y su prima Nicole Robin de 10, iban de
regreso a la escuela después de almorzar. Jacqueline les
invitó a pasar por la iglesia a rezar. Allí reciben la
primera aparición, aproximadamente a la 1:00pm, en la Fiesta de
la Inmaculada Concepción.
Fueron al altar de la Virgen y comenzaron a rezar una
década del rosario; pero no estaban aun por la mitad cuando
Jacqueline, de repente, vio a una bella señora frente a ella.
Estaba vestida de blanco, con las manos juntas en oración y un
rosario sobre su mano derecha. A la izquierda, un ángel la
contemplaba mientras le presentaba un lirio. Nicole y Jeanette
también vieron la aparición.
La Señora les sonrió y Jacqueline
pensó que deberían informar a alguien de lo ocurrido.
Corrieron y se encontraron con Laura Croizon, de 8 años y su
hermana Sergine, de 13 años. Las cinco niñas fueron al
altar. Todas veían la aparición, excepto Sergine. Las
otras tenían que describirle lo que veían. A la izquierda
del altar de la Virgen hay un vitral de la Virgen de Lourdes, mientras
que arriba había una estatua de Nuestra Señora de las
Victorias. La aparición estaba varios pies sobre la tierra,
entre el altar y la ventana.
Las niñas describieron a una hermosa Señora,
rodeada de una luz dorada. Llevaba un vestido blanco brillante con
bordes dorados, una faja azul, y tenía consigo un rosario
blanco. Su velo era blanco de un matiz diferente y le llegaba casi
hasta los pies, aunque las niñas podían ver sus
llamativos y largos cabellos rubios que le sobresalían
frontalmente, en dos partes, y le llegaban hasta las rodillas. Su
sonrisa era maravillosa, y ellas pensaban que su edad era
aproximadamente 16 o 17 años.
El ángel, rodeado de una intensa luz blanca, se
encontraba inclinado sobre su rodilla derecha en profunda
contemplación, y llevaba una túnica blanca-rosada,
también con bordes dorados. Al igual que la Señora, el
ángel tenía ojos azules y cabellos rubios. En la mano
derecha sostenía el tallo de un lirio, mientras tenía la
mano izquierda colocada sobre su corazón. El ángel
tenía alas blancas, también con ribetes dorados, cuyas
plumas brillaban y se movían ligeramente con una "brisa" que las
niñas no podían percibir. Las dos figuras se encontraban
en una gruta rocosa.
La Señora se encontraba de pie sobre un bloque
rectangular de piedra, decorado con una guirnalda que tenía
cinco rosas de color rosado, y debajo de dicha guirnalda se encontraban
las siguientes palabras inscriptas en letras doradas, de
aproximadamente tres pulgadas de alto: "Oh María sin pecado
concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti." Esta es la
invocación famosa de la Medalla Milagrosa en la aparición
de Rue du Bac.
Una vez que las niñas hubieran explicado todo esto
a Sergine, la Señora desapareció, y todos salieron de la
iglesia. Jacqueline y Jeanette fueron apresuradamente a su casa a
contarle a su madre lo que había pasado, pero ella no les
creyó. Al volver al colegio, la noticia se difundió
rápidamente, ya que Jacqueline volvió a relatar con
entusiasmo a una de las hermanas, la Hna. Marie del Niño
Jesús, que ella había visto a una bella Señora en
la Iglesia, pero se preguntaba quién podría ser
-¿sería la Santísima Virgen? La Hermana
creyó instantáneamente, pero temió una
reacción general negativa.
El cura párroco, Fray Clovis Ségelle, y la
directora, la Hna. Saint-Léon de la Cruz, acudieron al patio del
colegio en ese momento, y no se sorprendieron con estos informes. Fray
Ségelle manifestó que Jacqueline debió haber visto
doble a través de los gruesos cristales de sus anteojos. Debido
a su escasa visión y a una conjuntivitis crónica,
Jacqueline tenía que usar anteojos y secarse continuamente los
ojos.
Jacqueline manifestó que las otras niñas
también habían visto a la Señora, y por lo tanto
Fray Ségelle y la Hna. Saint-Léon decidieron
cuestionarlas por separado. Cada una expuso el mismo relato, y de
regreso al colegio, Jacqueline habló una vez más con la
directora, quien la despidió bruscamente, y al mismo tiempo le
insinuó que ella hubiera permanecido en la iglesia si la
Señora era realmente tan bella como decía. Jacqueline no
perdió tiempo en buscar a las otras niñas y conducirlas
de vuelta al altar de la Virgen, donde fueron gratamente sorprendidas
al ser recibidas por la sonriente Señora.
No obstante, cuando se arrodillaron ante ella, su
expresión se volvió extremadamente triste cuando
pronunció lentamente sus primeras palabras "Digan a los
niños pequeños que recen por Francia, ya que su necesidad
es grande." Jacqueline, aún sin estar segura de quien era la
Señora, susurró a Jeanette y a Laura pidiéndoles
que preguntaran a la Señora si ella era su "Maman du Ciel",
(Madre del Cielo). Así lo hicieron, y la respuesta fue
"¡Pero por supuesto yo soy vuestra Madre del Cielo!" Jacqueline
preguntó luego acerca del ángel. La Señora lo
miró, y el ángel se volvió a las niñas y
les dijo: "Yo soy el ángel Gabriel."
La Virgen besa las manos de las niñas.
María se volvió luego a las niñas y
les pidió sus manos para besarlas, inclinándose para
alcanzar las manos de Jacqueline y Nicole. Pero las otras dos
niñas eran mucho más pequeñas y no podían
alcanzar la altura suficiente. Jacqueline las tomó, una
después de la otra, y las levantó como si no tuvieran
prácticamente ningún peso.
Las cuatro niñas dieron fe de la solidez y el calor
de la mano de María y del contacto de sus labios. Antes de
desaparecer en una nube de polvo plateado, ella les pidió que
volvieran esa tarde a las cinco y al día siguiente a la una.
Luego de que las niñas salieran de la iglesia, se dieron cuenta
de que tenían un óvalo blanco brillante sobre los dedos,
pero antes de que volvieran al colegio, estos rastros, que
habían logrado mostrar a una mujer local, habían
desaparecido.
Jacqueline y Nicole hablaron acerca de lo que había
pasado, y después de clases las separaron y les pidieron que
escribieran los relatos de sus experiencias, que coincidían.
Cuando las niñas volvieron a sus casas, advirtieron que sus
padres no estaban dispuestos a creerles, y solo Jacqueline pudo volver
a la iglesia, para el rosario y la Bendición del
Santísimo Sacramento en honor a la fiesta de la Inmaculada
Concepción.
María se apareció y la llamó, pero
mientras Jacqueline deliberaba si acudir o no a su encuentro,
volviéndose hacia la Hna. Saint-Léon para obtener su
permiso, asumiendo que ella también podía ver la
aparición, la campana sonó para la Bendición, y
cuando ella volvió a mirarla, la aparición se
había desvanecido. Pero cuando el Santísimo Sacramento
había vuelto al tabernáculo, María se
apareció nuevamente.
Al día siguiente, el martes 9 de Diciembre...
A la una de la tarde, las cuatro niñas se reunieron
en la iglesia, y por lo tanto se estableció el esquema general
para los eventos de la semana. Ellas se arrodillaron junto al altar de
la Virgen y comenzaron a rezar el Ave María, cuando
repentinamente una esfera dorada brillante, de aproximadamente tres
pies de ancho, provino de la pared y se desplegó como una
cortina rectangular de luz plateada, sobre la cual la gruta rocosa
sobresalió en relieve.
Los largos y dorados cabellos de María, que tanto
habían impresionado a las niñas el primer día,
estaban en ese momento escondidos bajo su velo. El ángel estaba
arrodillado del otro lado, aunque las palabras escritas sobre las rocas
habían cambiado. Ahora decían: "Je suis
I’Immaculeé Conception", (Yo soy la Inmaculada
Concepción). Nuevamente, se les presentaron importantes palabras
de una aparición mariana previa, esta vez la de Lourdes.
Las niñas también pudieron ver partes de una
palabra escrita en letras doradas sobre el pecho de María:
"Ma... cat", pero no comprendían lo que ellas significaban; sus
manos tapaban la parte del medio de lo que sería revelado
después como, "Magnificat", el nombre tradicional dado al
cántico de alabanza de María expresado durante la
Visitación a Isabel, (Lc 1,46-55) que tuvo lugar poco
después de la Anunciación.
La Sra. Trinson, quien era propietaria de una tienda de
zapatos de la ciudad, se juntó luego con las niñas. La
Virgen María, con una expresión seria, mostró a
las niñas la cruz dorada de su rosario, y les pidió que
la besaran. Jacqueline y Nicole se levantaron para hacer esto, y la
Sra. Trinson se sorprendió al ver a Jacqueline repetir su
hazaña del día anterior, levantando a las dos
niñas más pequeñas como si fueran muñecas,
tan livianas como una pluma, a fin de que ellas también pudieran
besar la cruz dorada. El metal era frío a sus labios y las
niñas pudieron percibir en la Virgen María una
sensación de pesar.
La Virgen hizo luego una hermosa, pero muy lenta,
señal de la cruz. Le llevó dos minutos completarla, y las
niñas imitaron sus movimientos; la Sra. Trinson observaba todo
con gran asombro. Al término de eso, María
manifestó a las niñas que les comunicaría un
secreto que podrían revelar en tres días, y con gran
énfasis mencionó: "Recen por Francia, que en estos
días se encuentra en gran peligro". Luego, Ella pidió que
el sacerdote acudiera a ese lugar a las dos de la tarde, con las
niñas y una multitud, de tal modo a que todos pudieran rezar.
Ella también pidió una gruta, y que su imagen y la del
ángel estuvieran colocadas en ella, prometiendo bendecirles
cuando así lo hicieran. Luego de eso, la aparición se
desvaneció.
Fray Ségelle, no obstante, rehusó ir a las
dos, y por lo tanto Jacqueline, Jeanette y Laura, con aproximadamente
otros veinte niños, y treinta adultos, se reunieron en la
iglesia. Luego de que hubieran rezado diez Ave Marías, la Virgen
y el ángel se aparecieron como antes, proveniendo de un
círculo dorado. Ella pidió himnos y oraciones, antes de
decirles que volvieran cada día a la una de la tarde, hasta que
todo hubiera terminado. A las cinco y treinta, Fray Ségelle
informó al arzobispo acerca de los eventos del día. Ese
mismo día, para sorpresa general, los comunistas decidieron
cancelar su huelga general.
En el tercer día, el miércoles 10 de Diciembre...
Ciento cincuenta personas esperaron en la iglesia a la
siguiente aparición de María. De pronto, la Virgen se
hizo presente, y de nuevo solicitó una versión cantada
del Ave María, antes de pedir a las niñas que le besaran
la mano. La multitud, al igual que la Sra. Trinson, se
sorprendió al ver a la frágil Jacqueline repetir su
hazaña de levantar a las dos niñas más
pequeñas.
Curación milagrosa de la vista:
La madre de Jacqueline le dijo a su hija que pidiera un
milagro de tal modo a que todos pudieran creer, a lo cual María
respondió: "No he venido aquí a hacer milagros, sino a
decirles que recen por Francia. No obstante, mañana tú
verás claramente y no necesitarás más usar
anteojos."
Luego, María dijo a las niñas que les iba a
contar un secreto, y que debían prometer no revelarlo. Ellas
accedieron a esto, y, luego del secreto, la Virgen les pidió que
regresaran al día siguiente a la misma hora, antes de
desaparecer en la esfera dorada. Esta aparición había
durado aproximadamente un cuarto de hora. Como en el caso de otras
apariciones auténticas, las niñas no pudieron ser
persuadidas, de ninguna manera, a revelar el secreto.
Naturalmente, la gente deseaba saber cual había
sido la respuesta al pedido de un milagro, y las niñas
comentaron que María había dicho que a partir del
día siguiente, Jacqueline vería claramente y no
necesitaría usar anteojos. A las cinco de la tarde, Fray
Ségelle entrevistó a Jacqueline, y menospreció la
idea de que sus ojos, que realmente se encontraban en una
condición terrible, pudieran mejorar de un día para otro.
Los padres de Jacqueline se encontraban en un dilema; ellos eran
católicos no practicantes y su padre estaba enfadado por ciertos
comentarios con respecto a su hija. Pero la transparente sinceridad de
su hija mayor lo había impactado profundamente. Tendrían
que esperar y ver lo que ocurría a la mañana siguiente.
Cuarto día: Jueves 11 de diciembre.
Cuando Jacqueline se despertó, pudo abrir los ojos
sin ninguna dificultad y tenía una visión normal.
Llamó a sus padres con gozo, quienes se sobrecogieron de
alegría al ver que los ojos de su hija fueron curados tan
milagrosamente. Su padre acudió rápidamente a buscar al
Fray Ségelle, quien exclamó al ver a Jacqueline:
"¡Entonces es verdad que Ella ha descendido y ha estado entre
nosotros!" El padre contactó inmediatamente con el arzobispo y
se le pidió que estuviera presente en la siguiente
aparición.
Hacia la una de la tarde la difusión de este
milagro había garantizado una iglesia repleta. La Virgen
María apareció y pidió que cantaran el Ave
María, entonces preguntó: "¿Rezan por los
pecadores?" Ellas respondieron que sí lo hacían, y les
pidió que rezaran todos juntos diez Ave Marías, pero ella
solamente rezaba la primera parte de cada oración, el mensaje
del ángel Gabriel, y no la segunda parte.
Jacqueline le pidió que sanara a la gente por quien
las niñas habían pedido, a lo cual la Virgen
respondió que ella prometía que habría "felicidad
en las familias." Antes de irse la Virgen preguntó de nuevo
acerca de la gruta. Después de esto, las niñas fueron
cuestionadas por separado en la sacristía.
El quinto día: el viernes 12 de Diciembre.
Trescientas personas se encontraban en la iglesia para el
encuentro de la una de la tarde. Cuando María apareció,
las niñas pudieron ver algo nuevo: la Señora llevaba
puesta una "corona" hecha de doce rayos brillantes, cada uno de
aproximadamente un pie de largo, dos azules y angostos en el centro y
cinco más anchos a cada lado, de color rojo, amarillo, verde,
rosado y rojo-marrón.
Esta vez, la Virgen tenía las manos colocadas
más abajo, por lo tanto se podía leer la palabra
"Magnificat." Las niñas pensaban que la corona se asemejaba a un
arco iris. Luego, Ella les pidió que cantaran el Ave
María, antes de pedirles que rezaran, como en el día
anterior, diez Ave Marías. Luego de esto, ella dijo:
"¿Rezan por los pecadores?" a lo cual respondieron "Sí,
Señora", y luego ella continuó: "Bien, sobre todo recen
mucho por los pecadores." Jacqueline le pidió un milagro, pero
María repitió su afirmación previa de que Ella no
había venido para hacer milagros, sino para pedir oraciones por
Francia. Luego de rezar otra decena del rosario, desapareció y
de nuevo se les hizo preguntas a las niñas acerca de lo que
habían visto y oído.
El sexto día: el sábado 13 de diciembre.
Quinientas personas se encontraban en la iglesia a la una
de la tarde, cuando la Virgen se apareció de nuevo, pero esta
vez sin la corona. María pidió nuevamente oraciones,
invocaciones e himnos, mientras Jacqueline repetía su pedido de
un milagro, para escuchar la respuesta, "Más adelante". Luego,
después de más oraciones e invocaciones, la Virgen les
dijo que Ella se aparecería al día siguiente por
última vez. De nuevo, las niñas fueron interrogadas
posteriormente.
Séptimo y último día de las apariciones: el
domingo 14 de diciembre.
L’lle Bouchard estaba repleta de peregrinos y en la
iglesia de St. Gilles, una multitud de la rebasaba, habiendo aún
más personas en su exterior. Mientras esperaban a las
niñas, la gente rezaba el rosario – muchos no habían
rezado en años.
Una vez más, María y el ángel
visitaron a las niñas en una aparición que duró
aproximadamente media hora. De nuevo la Virgen pidió oraciones e
himnos, luego de los cuales Jacqueline leyó algunos mensajes que
se le había dado, incluyendo uno de la Hna. Marie que
decía: "¿qué debemos hacer para consolar a nuestro
Señor por el sufrimiento que los pecadores le producen?" La
respuesta fue: "Recen y hagan sacrificios." Luego de más
oraciones e invocaciones, María pidió que la gente
cantara el Magnificat, y Fray Ségelle les hizo participar a
todos en esto. Luego, Ella volvió a enfatizar la necesidad de
rezar por los pecadores.
El rayo de luz milagrosa.
Dándose cuenta de que la aparición pronto se
terminaría, Jacqueline le pidió a la Virgen que diera
alguna prueba de su presencia, a lo cual María respondió
con una sonrisa: "Antes de partir, enviaré un rayo brillante de
luz solar." Luego, comenzó a bendecir a la multitud. En ese
momento un misterioso rayo de luz solar penetró a través
de la ventana suroeste del coro, iluminando el punto preciso de la
aparición. El rayo creció en intensidad cubriendo un
área mayor y forzando a aquellos que se encontraban cerca del
altar de la Virgen a cubrirse los ojos. Los afectados también
mencionaron el calor de este rayo. Las niñas estaban de espaldas
a la luz, pero los afectados estaban colocados de tal forma en que
podían ver sus rostros, y las flores que sostenían, se
veían iluminadas suavemente por centelleos y luces de colores,
como si se hubieran producido por una reflexión proveniente del
interior de la gruta.
Este rayo de luz solar era inexplicable en términos
naturales, ya que la luz solar normal no se expande como un abanico a
partir de un único punto -para que esto ocurriera, el sol
hubiera tenido que estar situado virtualmente fuera de la ventana.
Además, este rayo, dado su punto de entrada, debió haber
sido bloqueado por algunos de los pilares ubicados en la zona del coro.
Así mismo, pruebas posteriores demostrarían que era
físicamente imposible que un rayo normal de luz solar hubiera
iluminado esa parte de la iglesia en el día invernal en
cuestión, y por lo tanto nos encontramos en presencia de un
milagro.
Al terminar el fenómeno, Fray Ségelle dio a
los presentes, varios de los cuales se encontraban llorando, la
Bendición con el Santísimo Sacramento, y una vez
más las niñas fueron minuciosamente examinadas. Ellas
afrontaron muchos más cuestionamientos durante los meses
siguientes por parte de los curiosos, y muchas otras pruebas hasta que
tuvo que intervenir la policía, pero ellas permanecieron fieles
a su testimonio.
Reconocimiento eclesiástico.
El obispo autorizó la construcción de una
gruta, luego del pedido de la Virgen, y también permitió
peregrinaciones a la iglesia. El culto de Notre-Dame de la
Prière, "Nuestra Señora de la Oración", ha sido
reconocido, y dicho reconocimiento fue reafirmado en Noviembre de 1988
por Monseñor Honoré, arzobispo de Tours, en una carta
publicada en el boletín de la parroquia de L’lle Bouchard.
Varias investigaciones eclesiásticas se realizaron
con respecto a las apariciones, siendo la más importante la del
Vicario General de la diócesis, Monseñor Fiot.
Sucesivos arzobispos de Tours han permitido la
habilitación de una gruta, la colocación de ciertas
imágenes de María y el ángel en la iglesia de San
Gilles, y la autorización de las crecientes peregrinaciones a
L’lle Bouchard. Asimismo, el teólogo francés Fray Vernet,
publicó un extenso estudio favorable a las apariciones en 1992.
Lamentablemente, luego de retirarse Fray Ségelle,
hasta la primavera de 1998, una serie de sacerdotes que no
favorecían a las apariciones estuvieron a cargo de la parroquia,
y esto retrasó la aprobación oficial.
Decreto de aprobación de su obispo
(Traducido del original francés por el Padre Jordi Rivero.)
El 8 de diciembre del 2001 el Arzobispo de Tours, André
Vingt-Trois, dio su aprobación oficial a las apariciones.
Desde 1947 numerosos católicos vienen en
peregrinación a la iglesia parroquial de San Gilles, at
L´Ile-Bouchard, para venerar a la Virgen María. Estas
peregrinaciones han dado numerosos frutos de gracia. Sin jamás
caer en el sensacionalismo, desarrollan un espíritu de
oración y fortalecen la fe de los peregrinos.
Después de haber cuidadosamente estudiado los
eventos, y tomado consejo con personas competentes1, autorizo estos
peregrinajes y el culto público celebrado en la Iglesia de St.
Gilles of I´Ile-Bouchard, para invocar a Nuestra Señora de
la Oración, bajo la responsabilidad pastoral del sacerdote
legítimo de esa parroquia.
Dado en Tour, 8 de diciembre 2001
En la Fiesta de la Inmaculada Concepción