NUESTRA SEÑORA
DE LA GUARDIA
29 de agosto
El 29 de
agosto de 1490, Benedicto Pareto era un humilde campesino de Livellato,
un pequeño pueblo del valle de Polcevera, próximo a
Génova, donde vivía con su esposa y sus dos hijos. Una
mañana, como acostumbraba hacerlo, cuidaba sus ovejas en espera
del almuerzo cuando, súbitamente, se le apareció una
señora de bello aspecto, resplandeciente como el sol, quien le
habló dulcemente: “No temas, oh Benedetto. Yo soy
María, la Madre de Jesucristo” e, indicándole con la mano
al sitio, le dijo: “Yo quiero que tú me hagas fabricar una
Capilla”.
“Señora, -replicó Paretto-, yo estoy listo a
hacer todo aquello que me encomendares, pero soy tan pobre, y fabricar
sobre este monte tan alto y tan desierto, llevará tanta fatiga y
tanto gasto que yo espero poder hacerlo”. “Benedetto, -replicó
María- no temas; con mi ayuda te será fácil cada
cosa”. “Y bien, -concluyó Paretto- en Vos confío, oh, mi
Señora, pondré manos a la obra encomendada”.
Milagrosa curación:
De regreso en su casa, el pastor, presa de viva
excitación, narró lo ocurrido a su familia, recibiendo
como respuesta que se estaba volviendo loco y que el pueblo entero de
mofaría de él. En vista de ello, Benedicto decidió
olvidar lo acontecido y seguir su vida normalmente.
Unos días después, se hallaba en lo alto de
una higuera cuando la rama sobre la que se hallaba de pie se
quebró. Benedicto cayó pesadamente al suelo,
fracturándose ambas piernas por lo que debió guardar cama
varios días. Mientras convalecía, se le apareció
nuevamente a la Virgen que, con tono suave y delicado, le
reiteró su pedido.
Pareto comprobó emocionado que sus heridas habían sanado
y que ya no padecía dolores, novedad que corrió por todo
el, pueblo, despertando el asombro y curiosidad de sus habitantes y la
sorpresa de su familia.
La construcción del santuario:
Con la ayuda de sus hijos y el vecindario, Benedicto
comenzó a construir la capilla, tarea a la que se sumó la
familia Ghersi, aportando una importante suma de dinero y una bella
imagen de mármol para el altar, que representaba a Nuestra
Señora con el Niño en brazos.
Cuando el templo estuvo terminado, comenzaron a acudir los
fieles en gran número. Sin embargo, poco después se pudo
comprobar que no era suficiente para tantos, razón por la cual,
se decidió levantar una iglesia mayor, capaz de recibir a las
grandes multitudes que llegaban permanentemente del norte de Italia y
de la misma Francia. En 1530 comenzó a edificarse un nuevo
santuario que sería reemplazado en 1890 por la grandiosa
basílica actual.