BEATO NICOLÁS
DE FURCA PALENA
1449 d.C.
29 de septiembre
Nació en Forca Palena dei Peligni, pequeña región
de la provincia de Chieti (Abruzos). Palena (Sulmona). Después
de una sana educación entró en el seminario y fue
ordenado sacerdote, ejerció por un tiempo el ministerio de
párroco en la diócesis de Sulmona. Después de la
elección al Pontificado del sulmonés Inocencio VII,
deseoso de una vida de mayor santidad, viajó a Roma, donde fue
acogido por un grupo de ermitaños, que vivían la vida de
la Tercera Orden Franciscana Regular, bajo la dirección de fray
Rinaldo del Piamonte. Su eremitorio estaba situado entre las termas de
Nerón, en una torre, con casitas y huertecillo en la
región de San Eustaquio, cerca de la iglesia de San Salvador.
Su personalidad, sus eminentes dotes intelectuales y
morales le atrajeron la estimación de todos los
ermitaños, quienes a la muerte de fray Rinaldo lo nombraron su
sucesor, su maestro y padre. A estos ermitaños les llamó
los Romitani de San Jerónimo. Entretanto habían crecido
en número y fervor y de todas partes de Italia llegaban
peticiones de nuevas fundaciones.
Con algunos compañeros Nicolás se fue a
Nápoles y entre la vieja iglesia de San Agnello y el actual
hospital de los incurables, fundó un eremitorio, que se
haría célebre por los numerosos ermitaños y por su
santidad, y la bella iglesia de Santa María Mayor en Caponapoli.
En 1434 fue llamado a Florencia por el Papa Eugenio IV,
con el encargo de reformar algunos monasterios, entre ellos los de
Ricorboli y de San Agustín en el Apenino, y fundar eremitorios
de su congregación. Cumplido el mandato pontificio,
regresó a Roma, y en el Monte Esquilino fundó el
eremitorio y la iglesia de San Onofre. Allí fijó su
última residencia. Allí se encontró varias veces
con el beato Pedro Gambacorta de Pisa, quien venía a Roma para
impetrar la aprobación de su Congregación de San
Jerónimo cuyos ermitaños eran llamados Girolomini. Los
dos santos se estimaban y se amaban con afecto fraternal. Unió
su Instituto con la Orden de los Jerónimos fundados por el beato
Pedro Gambacorta. A los 100 años de edad, Nicolás
llegó a la patria celestial. Su culto fue confirmado en el seno
de la congregación de los Jerónimos en 1771 por el Papa
Clemente XIV; pero el Papa no quiso proceder a la beatificación
solemne.