BEATO NICOLÁS
BUNKERD KITBAMRUNG
12 de enero
1944 d.C.
Nació en la
región de Nakhon Chaisiri, provincia de Nakkon Pathon, en el
reino de Tailandia. Tuvo la dicha de nacer en una familia
católica. Sus padres, lo llevaron a bautizar recién
nacido y en el bautismo se le impuso el nombre de Benito, pero por
alguna causa desde pequeño le dijeron Nicolás y
éste fue el nombre que usó toda la vida. Además de
ser educado religiosamente en su casa, Nicolás frecuentó
desde niño la misión católica, donde
aprendió el catecismo e hizo la primera comunión.
Tenía trece
años cuando dijo con firmeza que quería ser sacerdote y
fue admitido en el seminario menor de Bang Xang. Aquí
permaneció como alumno, haciendo los correspondientes estudios
hasta que en el año 1920 es admitido en el seminario mayor de
Pinang, en Malasia. Seis años fue alumno de este seminario mayor
y cursó en él la filosofía y la teología,
fue ordenado sacerdote en 1926 en la catedral de Bangkok. Seguidamente
fue enviado a ejercer su ministerio pastoral en el pueblo de Bang
Nokkuek en calidad de coadjutor. Cuando poco después los
salesianos se hicieron cargo de esta misión, Nicolás
continuó con ellos un tiempo, dedicado a la catequesis y a
enseñarles a los nuevos misioneros la lengua.
En 1930 le dieron un
nuevo encargo que denotaba gran confianza en sus cualidades y en sus
virtudes: fue enviado a la zona norte del país donde numerosos
católicos, quizás por falta de asistencia pastoral,
habían abandonado la fe formal o prácticamente. La tarea
era difícil porque los cristianos estaban dispersos por muchos
poblados y en una zona montañosa, muchos de cuyos pueblos eran
de difícil acceso. Nicolás no se arredró ante las
dificultades, y a lo largo de siete años visitó casa por
casa a todos los cristianos de cuyo abandono religioso constaba y
pacientemente los invitó a regresar a la práctica
religiosa y al seno de la Iglesia. En este tiempo y en este cargo se
demostró el extraordinario temple apostólico de este
sacerdote, su espíritu de sacrificio y su entrega generosa al
ministerio del buen pastor que busca las ovejas descarriadas.
En 1937 se le nombra
párroco de Khorat, donde igualmente había cristianos que
habían abandonado la fe o la práctica religiosa y su celo
logró recuperar a no pocos, instituyendo, además, una
catequesis sistematizada para los no cristianos. Se le encomendó
también la parroquia de Non Kaeo. La vida del padre
Nicolás era ejemplar a los ojos de la comunidad cristiana y aun
de los no cristianos que veían su mansedumbre y buena voluntad
en todas las cosas. La misa diaria, el Breviario, el
rosario, la oración asidua y su fervorosa devoción a la
Eucaristía y a la Santísima Virgen María
alimentaban su sincera piedad y su continua dedicación al bien
de las almas. Cuidaba con mucho interés el catecismo de los
niños y fomentaba en ellos la piedad así como las
señales de vocación sacerdotal o religiosa.
Llegada la guerra
entre Francia e Indochina, la situación de los católicos
en Tailandia, país que se vio afectado por la guerra, se
volvió difícil. Porque se empezó no solamente a
sospechar de los misioneros franceses sino también a mirar con
malos ojos a los tailandeses conversos al cristianismo, a quienes se
veía como traidores a su cultura y a su patria. Y así se
dieron medidas persecutorias que buscaban que los fieles abandonaran la
religión y volvieran al budismo.
En mitad de esta
persecución el padre Nicolás fue detenido, el 12 de enero
de 1941 bajo la acusación de ser sacerdote católico, y
fue recluido en la cárcel de Khorat. Aquí empezó a
pasar numerosas penalidades. Llevado ante un tribunal militar y probada
su condición de sacerdote, fue condenado a quince años de
confinamiento vigilado. Encerrado en una celda inmunda, muy pronto pudo
verse que se le había declarado la tuberculosis. Fue trasladado
luego a la cárcel de Bang Khwang y destinado a la zona de
tuberculosos. El mal trato, incluso físico, las burlas, el
desprecio que sufrió muchas veces lo llevó con
ánimo paciente. No perdió la serenidad ni la confianza en
Dios y no dejó de manifestar que perdonaba a sus agresores y que
estaba disponible para lo que Dios quisiera de él.
Aprovechó que tenía compañeros de prisión
para anunciarles a Jesucristo y logró algunas conversiones. Para
su tuberculosis no recibió cuidado ni medicina alguna, de modo
que poco a poco la enfermedad se fue apoderando de su organismo.
Justamente a los tres años de su detención, moría
en la cárcel a causa de su enfermedad, expirando con la muerte
de los justos y bendiciendo al Señor.
La Iglesia de Tailandia, curtida en la persecución,
conservó la memoria de este pastor insigne y de su muerte
martirial. Es el primer sacerdote tailandés es subir a los
altares. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el día 5
de marzo del año 2000.