BEATO NICOLÁS
BARRÉ
31 de mayo
1686 d.C.
Nació en Amiens, Francia, en el seno de una familia de
comerciantes de la clase media. Durante su niñez estudió
en los jesuitas de su ciudad natal. Allí conoció la
figura de san Luis Gonzaga y en él inspiró su conducta.
Antes de terminar sus estudios confió a sus padres el deseo que
anidaba en su corazón de entregarse totalmente al Señor
en la vida religiosa, ellos aceptaron cristianamente la
determinación de su hijo, cuando llegue el momento le
ayudarían y ofrecerían su apoyo para que lo pudiera
realizar.
Ingresó en los Mínimos, cuyo lema
“Charitás” será una constante en su vida. Fue ordenado
sacerdote y su primera misión será, inicialmente, en la
predicación y la confesión en el convento de los
Mínimos en la plaza Royale de París. Su tarea
alcanzó mucho éxito, y Nicolás descubrió lo
difícil que era no dejarse arrastrar por la institución y
luchó contra ello, que le costó una grave enfermedad, y
sus superiores le enviaron de regreso a su ciudad natal. Aquí
recibió la revelación de dedicarse a los niños y
niñas que vivían en la marginación y la pobreza.
En 1.659, cuando Nicolás cuenta ya 38 años,
fue enviado a Rouen. Allí constata la miseria e ignorancia que
reina, el abandono de niños y jóvenes y sobre todo las
niñas que son las más desfavorecidas. Medita, ora sobre
esta situación en la que los ve sumergidos sin posibilidad de
salir por ellos mismos; se pregunta una y mil veces ¿qué
es lo que puedo hacer? ¿qué es lo que debo hacer?. Le
supone una presión tremenda verlos explotados en trabajos
impropios porque tienen que ayudar a la familia: hacinados por la falta
de espacio, con los graves perjuicios morales que esto supone;
supersticiosos y alejados de la grandeza de la fe que recibieron en el
bautismo.
Nicolás cada día que pasa reflexiona
más sobre este asunto, va entrando en contacto con otras
personas que se hacen éstas o parecidas preguntas. Las
autoridades de Rouen por su parte, adoptan las mismas medidas que ya se
han tomado en otras localidades francesas, recoger a estos niños
y jóvenes en el Hospital General; intentan con ello remediar
estos males y quitar de la vista a aquellos que pueden hacer desdecir
la buena marcha de la sociedad; pero esta situación es mucho
peor si cabe: las condiciones son todavía más duras y
lastimosas, junto a los niños están recogidos dementes,
alcohólicos, vagabundos, lisiados, incapaces, enfermos
crónicos, etc.
En 1666, puso en obra su proyecto: pequeñas
escuelas gratuitas diseminadas por las zonas rurales en las que acoge a
los niños más pobres. Fundó para su proyecto las
Hermanas del Niño Jesús, que no tenían votos, ni
clausura, pero viviendo en la sencillez y la pobreza, dispuestas a
descubrir a Dios en la acción contemplativa.
Bajo la iniciativa de Nicolás Barré, un
grupo de mujeres de Rouen y sus alrededores, se consagraron totalmente
a la formación humana y cristiana de las jóvenes y
mujeres que la pobreza y la miseria habían dejado sin recursos.
Las hermanas dedicadas a esta labor se multiplicaron prodigiosamente y
de todos los rincones de Francia solicitaban su presencia
benéfica. Ellas por su parte vivían en un total abandono
en la Divina Providencia, atareadas en la labor educativa y de
formación humana y religiosa.
El Padre Barré las animaba con sus consejos y
palabras de aliento para el duro trabajo que realizaban. Hay que
señalar que no hubo ninguna dificultad entre las hermanas
durante varios años. Así, la comunidad continuó
creciendo más y más, y las Escuelas se fueron
multiplicando y la gracia de Dios se derramaba en abundancia. Sin
embargo, hubo grandes dificultades después de varios
años. “No puedo detallar las que nos vinieron por parte de los
sacerdotes, de los clérigos, religiosos y seglares, que causaron
muchas penas a nuestro muy reverendo padre Barré que tuvo que
sufrir, sudar y trabajar, y sacrificarse mucho para establecer la casa,
y se cansó mucho y arruinó su salud para darnos santos y
sobrenaturales consejos, llenándonos el corazón y el
espíritu de todo lo necesario para nuestra salvación y la
del prójimo. No se puede expresar el penoso trabajo a que se
entregó nuestro reverendo padre".
Los estatutos de l685 están dirigidos a los
Hermanos maestros y a las Hermanas maestras de las escuelas a los
cuales formaba en seminarios para que realizasen su labor educativa de
la forma más fecunda. Constatamos aquí el comienzo de las
Escuelas Normales.
En la actualidad las Maestras Caritativas forman una
Confederación, con dos ramas diferentes: Hermanas del
Niño Jesús-Providencia de Rouen que han saltado con sus
casas desde Europa hasta Madagascar y Africa Central y las Hermanas del
Niño Jesús-Nicolás Barré que desde Europa
se han extendido por Asia, Africa y América Latina
Los Hermanos Maestros no perduraron, las condiciones de vida para ellos
son más duras que para las maestras, son inconstantes, no
perseveran. Necesitarían otro tipo de atención y
dedicación que el P. Barré no puede tener con ellos.
San Juan Bautista de la Salle consultó al Padre
Barré (1688) sobre el tema de los maestros, en el cual ha
quedado envuelto de forma un poco involuntaria. El P. Barré se
alegra de que alguien emprenda este camino; le aconseja desde su
experiencia, le exige desde su posición de guía y
consejero. Juan Bautista le pide consejo en varias ocasiones sobre el
mismo tema y sobre la forma en que ha de actuar. Barré sabe que
si Juan tiene a los maestros organizados y junto a sí,
podrá conseguir aquello en lo que él fracasó. El
no podía por su condición de religioso llevarlos a su
convento y organizarlos allí de forma estable y permanente. Pero
el señor De La Salle sí puede, aunque para hacerlo tenga
que oponerse a toda su familia, quedar en ridículo delante de
sus amigos y conocidos, invertir toda su fortuna y renunciar a todas
sus seguridades. Juan Bautista de la Salle tiene madera de Santo, se
deja modelar por la mano de Dios a través de su guía
experto, Nicolás, y funda los Hermanos de las Escuelas
Cristianas que hasta el día de hoy juegan un papel muy
importante en la educación de niños y jóvenes. Fue
un hombre humilde, abandonado en manos de la Providencia, audaz y
creativo. Murió en Amiens. Fue beatificado por Juan Pablo
II el 7 de marzo de 1999.