BEATOS NICEFORO DE
JESUS MARIA DIEZ TEJERINA Y 5 COMPAÑEROS
23 de julio
1936 d.C.
En la
ciudad de Manzanares en Castilla la Nueva en España, beatos
Nicéforo de Jesús y María (Vicente) Díez
Tejerina, sacerdote, y cinco compañeros de la
Congregación de la Pasión, mártires, que, en
tiempo de persecución, fueron fieles a la vocación
religiosa, recibieron la corona del martirio con el fusilamiento.
Sus nombres eran: José
Estalayo García, Epifanio Sierra Conde, Abilio
Ramos, Fulgencio Calvo Sánchez y Zacarías
Fernández Crespo. Este grupo de
Pasionistas del convento de Daimiel ninguno era de la región
manchega. En un ambiente de gran pobreza y de mucho entusiasmo
misionero, se preparaban para ir de misioneros a Méjico, Cuba o
Venezuela. Aunque vivían separados de grupos políticos,
el odio antirreligioso los arrastró hasta la muerte. En la noche
del 21 de Julio de 1936 cercaron el convento de Daimiel, 200 hombres
armados, que les obligaron a abandonarlo en fila de dos. El padre
Nicéforo Díez Tejerina, era el superior provincial y que
había querido estar con la comunidad en los momentos de mayor
peligro les exhortó y todos estuvieron de acuerdo en ser fieles
a su vocación hasta el final. Recibieron la comunión y la
absolución general. Les llevaron al cementerio donde quisieron
fusilarlos, pero el alcalde no quiso que en su pueblo hubiera sangre:
“Yo no respondo de sus vidas”. Entonces el Superior Provincial los
dividió en grupos con un sacerdote a la cabeza de cada uno, para
llegado el caso pudieran impartir la absolución. Los componentes
del grupo presididos por el superior Germán Pérez,
trataron llegar a Madrid en el tren de Ciudad Real. Logaron llegar a
Carabanchel Bajo, donde fueron fusilados junto a una tapia el 23 de
Julio. Eran: Germán Pérez
Giménez, Felipe Valcobado Granado, Julio
Mediavilla Concejero, José Osés
Sainz, Maurilio Macho Rodríguez, Felipe
Ruiz Fraile, Anacario Benito Nozal, Laurino
Proaño Cuesta y José
María Ruiz Martínez.
Otro grupo quiso
también ir a Madrid, tomando el tren de Malagón. Lo
consiguieron en la noche del 25 de Julio, pero al amanecer fueron
fusilados en Urda (Toledo). Eran: Pedro Largo
Redondo, Benito Solana Ruiz y Félix
Ugalde Izurzun.
Los más
jóvenes del tercer grupo tuvieron la suerte de llegar a Madrid,
donde permanecieron hasta el final de la guerra; pero dos religiosos
enfermos se quedaron en una pensión de Ciudad Real hasta el 25
de Septiembre. Detenidos este día fueron fusilados al día
siguiente en Carrión de Calatrava (Ciudad Real). Eran: Juan
Pedro Bengoa y Aranguren y Pablo
María Leoz Portillo.
Los doce guiados por
el provincial, Nicéforo Díez Tejerina, se encaminaron
hacia Alcázar de San Juan (Ciudad Real), donde esperaban tomar
el tren de Sevilla a Madrid. Pero algunos ferroviarios de Daimiel
avisaron a los anarquistas de Manzanares y aquí detuvieron a los
12 religiosos y los fusilaron en las vías del tren al amanecer
del 23 de Julio. Seís de ellos murieron en el acto: Nicéforo
Díez, José Estalayo García, Epifanio
Sierra Conde, Abilio Ramos,Fulgencio
Calvo Sánchez y Zacarías
Fernández Crespo.
Los otros seis del
grupo quedaron malheridos y permanecieron desangrándose en las
vías del tren hasta que la Cruz Roja local los llevó al
hospital. Al cabo de tres meses, cuando esperaban recuperar la
libertad, fueron fusilados, al borde de la carretera, el 23 de Octubre
en Manzanares (Ciudad Real). Eran: Ildefonso
García Nozal, Justiniano Cuesta Redondo, Eufrasio
de Celis Santos, Honorino Carracedo Ramos y
dos hermanos: José María Cuartero
Gascón yTomás Cuartero
Gascón. Todos murieron perdonando. Son los llamados
mártires de Daimiel.
Nicéforo nació
en Herreruela de Castillería (Palencia). Ingresó en los
pasionistas de de Angosto (Álava) en 1908. Se empeñaba en
su santificación con tanto fervor que impresionaba a los que le
trataban. Ya había sufrido persecución y destierro en
Méjico. Marchó a Estados Unidos donde fue ordenado
sacerdote en el convento de Chicago. Después marchó a
Cuba para trabajar con ahinco como misionero y profesor de
Inglés y Música. En 1932 regresó a España y
fue encargado de fundar la comunidad pasionista de San Adrián
del Besós (Barcelona) y abrir casa en Valencia. En 1935 fue
elegido Superior Provincial de los pasionistas y gracias a ello
fundó la revista "El Lábaro". Realizó
visitas apostólicas en Venezuela y Cuba, siempre demostrando
rasgos heróicos de humanidad.
Testigos presenciales cuentan que el padre Nicéforo,
después de haber sido fusilado y ya próximo a la muerte,
levantó los ojos al cielo, volvió su rostro hacia los
asesinos y les ofreció una sonrisa, lo que les
desconcertó hasta el punto de que uno de ellos, todavía
más enfurecido, le recriminó: “Cómo
¿todavía sonríes?” y le disparó otro tiro
que terminó con su vida.