Nació
en Cuzusa, Japón. Con 14 años ingresó en la
Compañía de Jesús y recibió el encargo de
catequista, encargo que cumplió con gran celo y eficacia y lo
ejerció en tiempos de persecución continuada. Llegada la
persecución, fue puesto al servicio del P. Provincial, que lo
consideraba como persona de la mayor confianza para llevar las cartas y
comunicaciones a los misioneros y las comunidades perseguidas.
Ésta sería la causa de su martirio, pues dicha actividad
de ayuda a los misioneros estaba severamente prohibida.
Fue
descubierto cuando llevaba consigo un traje sacerdotal. Lo sometieron a
durísimas torturas para que delatara a los sacerdotes que
vivían en la clandestinidad y para que renegara de la fe
cristiana. Primero le fueron propinados puñetazos y patadas,
luego con un embudo le hicieron tragar agua hasta que ya no le
cabía más en el vientre y arrodillándose encima de
él se la hacían soltar en medio de las mayores fatigas,
luego le echaron plomo fundido en las espaldas, lo que le dejó
en estado de extrema debilidad. Como ninguno de estos tormentos
ablandó su firmeza, lo condenaron a ser crucificado y lo
devolvieron a la cárcel. Murió en la cárcel de
Nagasaki, cuando fueron a buscarlo. Fue beatificado el 7 de julio de
1867.