BEATO MATEO DE BASCIO
6 de agosto
1552 d.C.
Nació en Bascio
en la diócesis de Montefeltro en el Ducado de Urbino, en el seno
de una familia de campesinos. Cuando tenía 17 años de
edad entró en la Orden de los Observantes franciscanos de
Montefiorentino. En 1525 era sacerdote y misionero siendo
también miembro de la Provincia Reformada de Ancona.
Motivado por la
necesidad que sentía por reformarse, la cual era común en
toda la familia franciscana, resolvió en 1525 en el año
del jubileo, principiar con una vida más austera escogiendo para
el efecto un estilo más parecido al de san Francisco. El Papa
Clemente VII le aprobó su requerimiento y por medio del mismo le
permitió vestir un largo sayal de tejido áspero (como el
de san Francisco, pero con una capucha más larga y puntiaguda),
de observar rígidamente la regla en absoluta pobreza, de hacer
vida eremítica y predicar libremente en cualquier lugar y tener
seguidores. Algunos de los miembros de la observancia pidieron el
permiso para unirse a Mateo, y el 3 de Julio de 1528 el Papa
decretó la Bula “Religionis zelus”, por medio de la cual la
nueva reforma era aprobada y colocada en la jurisdicción nominal
de los Conventuales. El nombre “Capuchino” fue dado por la gente a los
nuevos monjes franciscanos y luego adoptado oficialmente, en los
decretos pontificales los seguidores de Bascio utilizaron varios
estilos en la expresión “Capucini”, “Capuciati” “Capulati” y
“Hermanos de la Observancia Capucinorum”. Sufrieron muchas
persecuciones por parte de sus hermanos franciscanos que los
consideraban heréticos, sufrieron cárcel y otras
persecuciones.
En abril de 1529 la
Orden tuvo su primera seccional en Albacina donde Mateo de Bacci fue
electo por aclamación vicario general. Se elaboró un
código a manera de constitución que servia de base a la
reforma. Sin embargo, el humilde fundador no mantuvo su cargo por mucho
tiempo. Después de visitar unos poblados deseo volver a tener su
carrera apostólica y quizá también influido por el
hecho de sentirse sin mayor poder contra las dificultades que se
generaban por parte de problemas con los discípulos,
renunció a su puesto, ya que aquella reforma no era la que
él había querido y dentro de la nueva rama franciscana,
algunos de sus cohermanos querían que abandonara su puesto.
Desde entonces no
tomó parte en el gobierno de la Orden y se retiró de ella
ya que la deriva que estaba tomando (algunos de sus miembros más
relevantes caerían en la herejía) no era la correcta.
Aproximadamente en el año 1537 decidió retornar a la
obediencia de los Observantes aún con el temor de incurrir en
alguna censura eclesiástica, aunque este hecho no está
probado. En diferentes oportunidades y diferentes épocas
habrían obtenido bulas y decretos contra la nueva reforma.
Bascio predicó en todo el país de Italia y parte de
Alemania.
Murió en
Venecia en medio de sus labores, en la casa del párroco de la
iglesia de San Moisés, y en un primer momento fue enterrado en
una fosa común. Luego fue enterrado en la Iglesia de San
Francesco della Vigna de los Observantes de esa ciudad en presencia de
una vasta concurrencia que había llegado al lugar atraída
por su reputación como un santo. El siguiente texto de Arthur du
Monstier se puede leer el Martirologio Franciscano y
dice: “allí murió en Venecia el Santo Mateo, confesor,
fundador de la congregación de los capuchinos. Sus continuos
ayunos, vigilias y oraciones, su gran pobreza y ardiente celo por las
almas, le confirieron una santidad extraordinaria y el don de los
milagros hace que su memoria sea gloriosa”.
En 1552 los franciscanos del lugar empezaron un proceso sobre los
presuntos milagros sucedidos entorno a su sepulcro. Pero la
oposición del Nuncio pontificio Ludovico Beccadelli y de los
ambientes inquisoriales romanos, secretamente tenidos al corriente del
informador laico Girolamo Muzio, perjudicó el éxito de la
operación de la canonización, y la reforma capuchina se
queda sin un santo reformador.