BEATOS MÁRTIRES
DE IRLANDA
20 de junio
Siglos XVI-XVII d.C.
Hubo una época en la historia de Irlanda que se
caracterizó por una sañuda persecución religiosa.
La historia religiosa de Irlanda, que ya en el siglo XI contenía
en sus tres martirologios mil ochocientos santos, presenta, a partir de
entonces, una pléyade de defensores de la fe que dan su vida
generosamente por la religión católica.
Un hecho evidente y un
fenómeno extraordinario en la vida de un pueblo poco numeroso.
Mientras los perseguidores triunfan en el orden político,
militar y económico, fracasan en su intento de arrebatar la fe
católica al pueblo sojuzgado.
La población de
la "isla de los santos" pierde casi cuatro millones de habitantes a
causa de la persecución, pero ésta ha contribuido a que
una nación insignificante, que en la actualidad no alcanza los
cuatro millones dentro de su territorio, haya lanzado a otros
países, como Norteamérica, más de doce millones de
católicos que están sembrando su espíritu y su
psicología en otros pueblos jóvenes de grandes
perspectivas en el porvenir.
Durante la
"época penal" de la dominación inglesa las leyes son
ominosas. Se necesitaría mucho más espacio del que
disponemos solamente para dar una idea de lo que fueron las "leyes
penales". Los católicos no tenían derecho a la cultura ni
a los cargos públicos. No había acceso a la universidad o
a los centros educativos. No se podía hablar el idioma propio.
No se podía tener posesiones. Solamente cuando la
persecución amaina se tolera el que un católico posea un
caballo, a condición de que su valor no exceda las cinco libras.
Se persigue a los clérigos, se calumnia a los obispos, se
destruyen pueblos enteros... Se trata de hacer de la población
católica un grupo de ignorantes empobrecidos.
El lema de Cromwell es
éste: "Los católicos, a Connor o... al infierno". Connor
era la parte más pobre del país, donde la gente
moría de miseria y de hambre.
Aún en el mismo siglo XVII pueden encontrarse hechos como la
matanza del padre John Murphy (que, por cierto, estudió su
carrera sacerdotal en la actual Casa de la Santa Caridad, de Sevilla,
entonces seminario), a quien dividieron en pedazos, ofreciendo los
trozos de su carne a un vecino católico "para que los comiera".
Un monumento conmemorativo se halla actualmente cerca de Westford,
lugar de su martirio.
Es sorprendente que un pueblo sobreviva indemne después de una
persecución de siglos. Si se viaja por los lugares en donde, un
día, estuvieron las cristiandades paulinas no se encuentra ni un
superviviente ni un templo. Todo desapareció bajo la
invasión de los turcos y después de la primera guerra
europea. Solamente en las cavernas de los montes se hallan, a veces,
restos de antiguos mosaicos.
En cambio, aquí,
en la "Isla Esmeralda", el viajero contempla un pueblo rejuvenecido
después de siglos de sufrimiento. Sus iglesias son
espléndidas, mientras que las de sus viejos perseguidores
están vacías, obscuras y polvorientas. No importa que
éstos alardeen de tener las iglesias "tradicionales" del
país. La "Iglesia" no es un edificio arrebatado por la fuerza,
sino una fe y una sociedad perfecta instituida por Cristo. Y eso es lo
que se descubre sobre los jaspes de los templos recientes de la
católica Irlanda.
Cuando, en 1828, Daniel
O'Connel consigue la emancipación, una nueva vida comienza para
el catolicismo irlandés. La libertad de los 26 condados, lograda
en 1921, ha hecho posible que la nueva generación sea la primera
que experimente la conciencia de vivir.
Dermicio O’Hurley. Arzobispo de Cashel. Conio
O’Rourke, O.F.M. Cornelio O’Devany, Obispo
de Down y Connor. Domingo Collins, S.J. Eduardo
Cheevers, pescador. Francisco Taylor,
laico. Guillermo Tirry, O.A.R. Juan
Kearney. O.F.M.Margarita Ball, viuda. Mateo
Lambert, carpintero. Mauricio MacKenraghty,
Pbro.Patricio Cavanagh, pescador. Patricio
O’Healy, Obispo de Meath. Patricio O’Loghram,
Pbro. Pedro Higgins, O.P. Roberto
Meyler, pescador. Terencio Alberto O’Brien.
Obispo de Emily.