BEATOS MÁRTIRES DE ANGERS
1 de febrero
1794 d.C.



   La política religiosa del nuevo régimen revolucionario francés y las medidas de excepción contra los sacerdotes no juramentados trajeron una consecuencia cuya trascendencia iba a ser considerable: la sublevación del oeste de Francia, no solamente La Vendée, sino más o menos todo el país que se extiende desde el norte del Poitu hasta la Bretaña y a los confines de Normandía, en los territorios actuales de los obispados de Poitiers, Angers, Lucon y Nantes. Si bien la adhesión a la causa realista intervendría también en su estallido, la fidelidad a la Fe Católica y a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana constituyó sin duda el móvil mayor de aquella epopeya.

   La "Epopeya de La Vendée" refiere a la gesta católica emprendida por campesinos y sus familias —acompañados por nobles y sacerdotes— que llevaban prendidos escarapelas del Sagrado Corazón y se autodenominaban como ejército católico y real; se resistían a que la presencia social de Cristo Rey fuera desterrada de sus pueblos, de gran mayoría cristiana.

   Esta región, evangelizada un siglo atrás por san Luis María Grignion de Montfort, terciario dominico —que insistía en la devoción filial a Nuestra Señora— fue tan inmunizada contra el virus de la Revolución, que se levantó en armas contra el gobierno republicano y anticatólico de Paris.

   San Luis María Grignion de Montfort tenía a la Santísima Virgen la devoción más ardiente, y hasta compuso en su alabanza el "Tratado de la Verdadera Devoción", que constituye hoy el fundamento más fuerte de toda la piedad mariana profunda.

   Por otro lado, con sus misiones aproximaba al pueblo a los sacramentos y lo enfervorizaba en la devoción al Rosario. También la sagrada insignia difundida por el santo —el Sagrado Corazón en tela roja, encuadrado por las iniciales de Jesús y María— fue colocado por los combatientes sobre sus chalecos, blusas, o dispuesto como escarapela en los sombreros de amplias alas.

   El Terror desatado por la Revolución Francesa ha producido miles de víctimas en Anjou; el Padre Gruget estima que 2000 vendeanos, fieles a la fe, fueron fusilados. La Causa de Beatificación, introducida en 1905, comprendía a 99 personas: 15 que fueron guillotinadas en Angers, y 84 que fueron fusiladas en Champ-des-Martyrs d’Avrillé, entre el 30 de octubre de 1793 y el 14 de octubre de 1794. "Nos, acogiendo el deseo de nuestros hermanos Jean Orchampt, obispo de Angers,(...), así como de otros muchos hermanos en el Episcopado y de numerosos fieles cristianos, después de haber escuchado el parecer de la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos, con nuestra Autoridad Apostólica establecemos que los venerables Siervos de Dios Guillermo Repin y compañeros (...), de ahora en adelante llamados Beatos y que su fiesta pueda celebrarse todos los años en los lugares y del modo establecido por el derecho, el día del tránsito para el cielo: el 1 de febrero para los Beatos Guillermo Repin y compañeros (...). En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo". Con esta fórmula S.S. Juan Pablo II declaró Beatos al R. P. Guillaume Repin y 98 mártires franceses (11 sacerdotes, 3 religiosas y 84 seglares —4 varones y 80 mujeres— que murieron por la Fe en Angers en 1793-94, durante la Revolución Francesa).

   La ceremonia tuvo lugar en la basílica de San Pedro, Roma, el domingo 19 de febrero de 1984. La homilía del Papa el día de su beatificación tiene puntos que esclarecen mucho este y otros martirios: "Son, en primer lugar, los numerosos mártires que, en la diócesis de Angers, en los tiempos de la Revolución Francesa, aceptaron la muerte, porque como dijo Guillaume Repin, quisieron «conservar su fe y su religión», con firme adhesión a la Iglesia católica y romana; sacerdotes que se negaron a prestar un juramento que consideraban cismático, y que no quisieron abandonar su cargo pastoral; laicos que permanecieron fieles a estos sacerdotes, a la Misa celebrada por ellos y a las manifestaciones de culto a María y a los santos. Sin duda, en un contexto de fuertes tensiones ideológicas, políticas y militares, se pudo hacer pesar sobre ellos sospechas de infidelidad a la patria; se les acusó, en las actas de las sentencias, de compromiso con las «fuerzas antirrevolucionarias». Así sucede en casi todas las persecuciones, de ayer y de hoy. (...) "Nos admiran sus respuestas decididas, tranquilas, breves, francas, humildes, que no tienen nada de provocación; y que son tajantes y firmes en lo esencial: la fidelidad a la Iglesia. Así hablan los sacerdotes, todos guillotinados como su venerable decano Guillaume Repin, las religiosas que se negaban incluso a dejar creer que habían prestado juramento, los cuatro hombres laicos".

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)