Mario Vergara (1910 -1950). Nació
en Frattamaggiore (Italia). Después de haber estudiado con los
jesuitas en Posillipo, fue ordenado sacerdote en el PIME (Pontificio
Instituto para las Misiones Extranjeras) el 24 de agosto de 1934; poco
después fue enviado a Birmania, en donde se dedicó al
estudio de las lenguas de las tribus locales y después se le
asignó el distrito de Citació, de la tribu de los
Sokú, con 29 aldeas; aquí trabajó entre la gente
de la etnia karen (Carianos) de la tribu de Soku, una de las más
pobres y más primitivas. Con la ayuda de los catequistas
formados por él y ante un sinnúmero de dificultades, se
dedicó incansablemente a la formación humana y cristiana,
administrando los sacramentos. Muy apreciado por los fieles y los
sacerdotes indígenas, tenía un proverbial
«corazón de oro» sobre todo en su relación
con los más pequeño y con los enfermos, a los que ayudaba
con dedicación. Era sacerdote, profesor, médico,
administrados y, a menudo, incluso juez y árbitro; se
convirtió para todos, católicos y no, en un punto de
referencia.
Cuando
Italia declaró la guerra a Inglaterra el 10 de junio de 1940,
que tenía el protectorado sobre Birmania, los misioneros
italianos fueron arrestados y enviados a los campos de prisioneros en
la India, donde permaneció cuatro años. La
detención le costó la salud (tuvo que someterse a varias
operaciones, como la extirpación de un riñón),
pero quiso volver a Birmania, en donde el arzobispo de Toungoo,
Lanfranconi, le encomendó la misión de Shadaw, en un
territorio por evangelizar, una nueva misión entre los carianos
rojos, al este de Loikaw, cerca del río Salween. Incluso en este
entorno difícil, no se reserva.
Después
de la independencia de Inglaterra (1948), estallan los disturbios y la
guerra civil entre el gobierno y los rebeldes Carianos. El padre
Vergara toma la defensa de los oprimidos, atrayendo sobre sí el
odio de los rebeldes que operan en esa zona. El 24 de mayo de 1950 el
padre Vergara, junto con el catequista Isidoro, se dirigió al
jefe del distrito Tire para pedir la liberación de otro
catequista que había sido detenido. Pero en lugar de este se
encuentra ante el líder rebelde Richmond, que después de
un interrogatorio duro, ordena el arresto y fueron fusilados. Sus
cuerpos fueron arrojados en costales al río Salween. Con ellos
también perdió la vida el padre Pietro Galastri, que
había llegado en 1948 a Shadow para ayudar al padre
Vergara.