BEATA MARÍA
RESTITUTA KAFKA
30 de marzo
1943 d.C.
Restituta, sexta hija de un zapatero de Brünn, en la Moravia
actual, fue bautizada con el nombre de Elena. En aquel tiempo
Brünn pertenecía todavía al Imperio
austro-húngaro. Su infancia la pasó en Viena con la
familia y después de los estudios primarios trabajó como
dependienta en un comercio.
Luego se
hizo enfermera y, como tal, conoció a las llamadas “Hartmannschwestern”,
Religiosas Franciscanas de la Caridad Cristiana para la asistencia a
los enfermos. Ingresó en este instituto en el año 1914, y
recibió el nombre de la antigua mártir Restituta. Desde
1919, y durante más de veinte años, ejerció su
oficio en el quirófano. Rápidamente se difundió su
fama de enfermera excelente, religiosa devota, especialmente cercana a
los pobres y a las personas perseguidas u oprimidas; protegió de
la detención incluso a un médico nazi, porque la
consideró injustificada. Era una persona defensora de la verdad,
valiente, sin compromisos, pero de gran cordialidad y simpatía,
siempre dispuesta a ayudar, alegre y no convencional.
Cuando Hitler tomó posesión de Austria, sor
Restituta rechazaba ya radicalmente el nacionalsocialismo.
Definió a Hitler “un loco” y decía de sí misma que
“a una vienesa no se le puede cerrar la boca”. Su fama se
difundió ampliamente cuando expuso su vida al poner el crucifijo
en cada habitación de una nueva sección del hospital. Los
nazis exigieron que se quitasen las cruces si no querían perder
a sor Restituta: ni se quitaron los crucifijos ni se llevaron a sor
Restituta, porque su comunidad dijo que no tenían personal para
sustituirla. La detuvieron y tras un proceso-farsa, la acusaron no
tanto de haber puesto los crucifijos, cuanto de haber compuesto una
poesía irrisoria respecto a Hitler. El 28 de octubre de 1942 fue
condenada a muerte por “favorecer al enemigo, traicionando a la patria
y preparando un acto de alta traición”. Declaró
más tarde que en la cárcel le ofrecieron la libertad si
abandonaba la congregación religiosa, pero que dio las gracias y
rechazó la proposición. Ofreció su vida en defensa
de la fe católica y por la libertad de su pueblo: “He vivido por
Cristo y quiero morir por Él”. Estando en prisión, se
ocupó de otras personas encarceladas, como más tarde han
testimoniado incluso prisioneros comunistas. Las autoridades rechazaron
varias peticiones de gracia, y el 30 de marzo de 1943 fue
decapitada.
Sor Restituta es la única religiosa de la zona de
lengua alemana asesinada por los nazis a causa de su resistencia al
régimen. A través de los testigos se ha podido conocer el
ofrecimiento sacrificial de su vida, su serena confianza en el
Señor y en la vida eterna, el perdón generoso de sus
acusadores y verdugos. Fue beatificada el 21 de junio de 1988 por SS
Juan Pablo II.