BEATA MARÍA
RAFAELA CIMATTI
23 de junio
1945 d.C.
Santina
Cimatti nació en el seno de una familia humilde, en Celle di
Faenza, Ravenna, Italia. De sus cinco hermanos, los dos que
sobrevivieron fueron sacerdotes y también murieron en olor de
santidad. Después de la muerte de su padre en 1882, ella
asumió la educación de sus hermanos, y también era
catequista de su parroquia.
Se sentía atraída a la vida religiosa, pero
tuvo que esperar pacientemente para poder ayudar a su madre y hermanos.
Luego de que ellos se unieron a la naciente congregación de san
Juan Bosco, y su madre había sido alojada adecuadamente en una
casa rectoral, fue finalmente libre de seguir su vocación. En
noviembre de 1889 ingresó en las Hermanas Hospitalarias de la
Misericordia, en la casa madre en Roma, tomando el nombre de
María Rafaela. Hizo su primera profesión religiosa en
1891, haciendo además el voto hospitalario. La enviaron entonces
a Alatri como ayudante de farmacéutico, y posteriormente la
trasladaron a Frosinone. Hizo sus votos finales en 1905. En 1921 ella
fue la superiora de la casa en Frosinone, y en 1928, en Alatri. Era
madre, hermana, amiga y consejera, siempre lista para ayudar y un
modelo de virtudes.
Después de 50 años de vida religiosa, en
1940, renunció a su cargo de superiora, pero pidió
permanecer en la comunidad de Alatri como una religiosa más para
servir a sus hermanas, a los enfermos y al personal del hospital y
consagrando más tiempo a la oración. En 1944, durante una
de las etapas más duras de la II Guerra Mundial, llegaban muchos
heridos que necesitaban atención, y aunque ya tenía 83
años de edad, sor Rafaela daba tanto amor y consuelo que ellos
la llamaban "mamá". Presentó personalmente, con
éxito, una protesta al general Kesserling del Cuartel General
Alemán en Alatri, al oir un rumor de que para detener a las
fuerzas aliadas iban a bombardear la ciudad. El general cambió
sus planes y Alatri se salvó. Sor Rafaela murió dejando
en la memoria la santidad de su vida y sus virtudes heroicas. Fue
beatificada por el papa Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996.