BEATO MARIANO DE
ROCCACASALE
31 de mayo
1866 d.C.
Domingo De
Nicolantonio nació en Roccacasale, en L’Aquila (Italia), en el
seno de una familia campesina. Se cuidó de pastorear los
rebaños y el contacto con la naturaleza, le hizo valorar el
silencio y la reflexión. Tenía entonces veintitrés
años. No podía resistir a esta fuerza interior. Y
decidió dedicarse con más radicalidad al seguimiento de
Cristo.
En 1802 ingresó en los franciscanos y tomó
el nombre de fray Mariano de Roccacasale; su nueva vida se
resumió en dos palabras: oración y trabajo.
Permaneció en ese convento doce años. Fue carpintero,
jardinero, cocinero y portero del convento de Ariscia. Pero su
aspiración a la santidad no encontraba en Ariscia el ambiente
favorable, no por culpa de los compañeros o de los superiores,
sino porque aquella época no era propicia para la vida religiosa
y los conventos.
En 1814, tras el regreso del Papa a Roma, la vida
conventual pudo rehacerse lentamente en medio de dificultades sin
número. Hicieron falta varios años para que todos los
religiosos regresaran a sus conventos, y la vida de oración y de
apostolado volviera a florecer con regularidad en los claustros. En ese
momento llegó a los oídos de fray Mariano el nombre del
Retiro de San Francisco en Bellegra. La fama de la vida regular y
austera que desde hacía tiempo se había instaurado en ese
convento por obra de santos religiosos ya corría por los
alrededores. Fray Mariano acogió aquella voz como una
invitación del Señor. Los superiores aceptaron su
petición de dirigirse a Bellegra en peregrinación.
Así fray Mariano dejó el convento de Ariscia por el
Retiro de Bellegra. Tenía treinta y siete años.
Allí fue portero del convento cargo que desempeñó
durante 40 años, y este fue el medio de su santificación.
Para todos los que acudían al convento tenía una sonrisa
y supo acogerlos con alegría y simpatía, además de
instruirles en las verdades de fe. Murió sin haberse nunca
lamentado por el intenso trabajo. Fue beatificado por Juan Pablo
II el 3 de octubre de 1999.