Antonina
nació en la aldea de San Gregorio, L'Aquila (Italia), en el seno
de una familia campesina. En 1904 ingresó como religiosa del
Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, y
cambió su nombre por el de María Ludovica.
En 1907 fue
destinada a Buenos Aires, Argentina. Desde este momento se da en ella
un florecer ininterrumpido de humildes gestos silenciosos en una
entrega discreta y emprendedora. Fue enviada a un hospital de
niños, primero como cocinera y después llegó a ser
superiora de la comunidad a pesar de su escasa cultura. Gracias a su
sonrisa e inmensa bondad, llegó sin saberlo, en un instrumento
de la misericordia de Dios. Su línea de vida fue: "Hacer el bien
a todos, no importa a quién".
Logró con
subvenciones, que nadie ha sabido de donde salían, salas de
cirujía, salas para los niños enfermos, nuevas
maquinarias, un edificio en el Mar del Plata destinado a la
convalecencia de los niños, una capilla, hoy parroquia, y un
floreciente campo de cultivo para que sus protegidas tuviesen siempre
alimento natural. Durante 54 años, sor María Ludovica,
fue amiga y confidente, consejera y madre, guía y consuelo, de
cientos de personas de toda condición social de City Bell donde
murió con fama de santidad. El hospital donde trabajó se
llama "Hospital Superiora Ludovica". Fue una mujer de una profunda
oración. Fue beatificada por SS. Juan Pablo II el 3 de
octubre de 2004.