BEATA MARÍA
LHUILLIER
25 de junio
1794 d.C.
Nació en Arquenay, Francia. Creció analfabeta y muy
pronto se quedó huérfana. Después de servir a una
señora del lugar, fue a llamar a la puerta del convento de San
Giuliano de las Canonesas Regulares Hospitalarias de la Misericordia de
Jesús. Fue enviada al servicio del hospital de Château
Gontier y, después de muchos sufrimientos y humillaciones, en el
1778, fue admitida en la profesión religiosa de este Instituto
como hermana conversa, tomando el nombre de María de Santa
Mónica.
Cuando estalló la Revolución francesa, en febrero de
1794, las religiosas fueron obligadas abandonar el hospital y a
refugiarse en Laval en el exconvento de las Ursulinas. Acusada de
distribuir parte de la ropa limpia del hospital, a personas
necesitadas, María Lhuillier fue arrestada y conducida delante
de una comisión. El juez declaró que ignoraría
aquella infracción si la religiosa prestase el juramento de "Libertad
e Igualdad", pero ella no quiso saber nada. El juez la
amenazó con la guillotina y a cuantos hubieran seguido su
ejemplo, pero ella permaneció impertérrita y dijo: "Tanto
mejor para mí y para mis hermanas. Así tendremos el gozo
de morir por nuestra fe, más pronto podremos ver a Dios. El juez
le insinuó: "Mira bien que queremos salvarte y te ofrecemos lo
mejor". Pero ella respondió: "Todos los medios que me ofreces
son sólo para engañarme, pero gracias a Dios, no lo
conseguís. Yo no quiero perderme para toda la eternidad".
Al oír la sentencia de muerte, nuestra beata se
arrodilló y exclamó: "Dios mío, cuanta gracias me
hacéis contándome en el número de vuestros
mártires, mientras yo soy una gran pecadora". Después
cuando estuvo sola, se cortó el pelo, entonces un ayudante del
verdugo la agarró y con un golpe de sable le rompió los
vestidos. La mártir palideció por el ultraje y se
desmayó. Cuando se repuso comentó: "La muerte no me da
miedo, pero podíais ahorrarme este dolor". Nuevamente fue
invitada a prestar juramento, pero ella suspiró: "¡Oh
Dios! Preferir una vida pasajera y caduca a una vida gloriosa e
inmortal. No, no, prefiero la muerte". Antes de subir al cadalso
exclamó: "¡Dios mío, yo debo morir de una muerte
así de dulce, mientras tu has sufrido tanto por mi!".
Murió en Laval. Fue
beatificada por SS Pío XII el 19 de junio de 1955.