Nació
en Nápoles, en el seno de una familia de la nobleza: los
marqueses Grimaldi. Desde muy joven sintió la vocación
religiosa, y tuvo que vencer las dificultades del afecto por sus
familiares y de su precaria salud. Ingreso e el monasterio de
Carmelitas Descalzas de Santa María de “Ponti Rossi” en
Nápoles, donde se destacó por su espíritu de
humildad, de obediencia, pobreza, y caridad para con todos.
Recibió
como un don de Dios las enfermedades que le atacaron progresivamente y
que la llevaron al borde de la muerte, como una forma grave
tuberculosis en la espina dorsal, con dolores en las vértebras
que la paralizó completamente. Fue curada milagrosamente por una
reliquia de San Francisco Javier. No tardó en extenderse su fama
por los carismas particulares que le asistían, como los dones
taumatúrgicos, y por la curación milagrosa.
Muchos sacerdote,
laicos, nobles y humildes se acercaban a ella para buscar ayuda
espiritual. A ella, no le gustaban estas visitas y por obediencia
recibía a todos y a todos les consolaba y convertía
llenándoles el corazón con una profunda paz.
Su
abnegación prosiguió, también cuando llegaron
otras enfermedades, obligándola a estar en una silla de ruedas,
crucificándose con Jesús por la Iglesia y por las almas.
Fue subpriora y priora. Por obediencia y por consejo de su director
espiritual, escribió su “Autobiografía” y su “Diario”,
así como numerosas cartas y exhortaciones para las religiosas.
Murió en Nápoles después de dolorosísimas
enfermedades que la dejaron ciega y que ella ofreció, sonriente,
como altar de sacrificio por las almas. Aunque murió un 14
de marzo, su festividad litúrgica se celebra el 26 de junio,
aunque en el Martirologio
Romano en su
edición española aparece el 14 de marzo. Fue beatificada
el 1 de junio de 2008, por Benedicto XVI.