BEATA MARÍA
FORTUNATA VITI
20 de noviembre
1922 d.C.
Se
llamaba Anna Felice. Su padre un hombre rico de Véroli en
Frosinone, hubiera podido mantener a sus nueve hijos sino se hubiera
dedicado al alcohol y al juego. A los 14 años se quedó
huérfana de madre y tuvo que cuidarse de sus hermanos hasta los
24 años. Su casa es una ruina, y su mayor ocupación es
buscar el modo que en la casa todos respeten a su padre
colérico, alcoholizado y reducido en la miseria, como es capaz
de hacer ella, que cada noche le besa la mano y le pide la
bendición, tragándose las lágrimas y la
humillación.
A los 24 años
ingresó en las monjas benedictinas de Santa María de
Franconi en Véroli, donde vivió como monja lega durante
72 años; vivió escondida, trabajando día y noche,
cosiendo, siempre en el mismo estado de obediencia y caridad. "Quiero
hacerme santa" dijo, cuando entró en el convento. Vivió
en el anonimato de su celda, con días todos iguales. Solamente
después de su muerte se descubrirá la aridez espiritual
que escondía dentro de su fervor; los tormentos e íntimos
combates que eran cubiertos de una imperturbable serenidad. No
sabía ni leer ni escribir. Consumida por los años,
atormentada por el reuma que la postraron en el lecho, incapaz de un
mínimo movimiento, ciega, sorda, se fue apagando, y de ella no
se acordó nadie. La sepultaron rápidamente, pero los
milagros se sucedieron sobre su tumba.
Pablo VI en 1967, proclamó beata a sor María Fortunata
Viti, la monja que, trabajando y sonriendo, se iba santificando en la
monotonía de la vida cotidiana, en el encierro de un convento, y
con una gran cantidad de dolencias.
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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)