BEATA MARÍA
ESPERANZA DE JESÚS
8 de febrero
1983 d.C.
Nació en Santomera (Murcia) en el seno de una humilde familia de
jornaleros. En una tierra pobre, el analfabetismo era la regla general
del ambiente a finales del siglo XIX y principios del XX. Siendo la
mayor de nueve hermanos, Mª Josefa entró muy joven a servir
en casa de un adinerado comerciante de Santomera, José
Fernández, más conocido como Pepe Ireno. Durante esos
años, Madre Esperanza aprendería las primeras letras
gracias al interés de los hijos de Pepe.
El 15 de Octubre de
1915 entró como religiosa en el convento de clausura de las
“Hijas del Calvario” en Villena (España). Esta
Congregación fue agregada al Instituto de las “Misioneras
Claretianas” el año 1920, hoy llamadas Hijas de la
Enseñanza de María Inmaculada. Sería en esos
años cuando Madre Esperanza comenzó a cultivar su
formación humana y espiritual.
Madre Esperanza fue
enviada años más tarde al convento de Vélez Rubio,
dedicándose a la enseñanza de niños. Al
transcurrir un año de este nuevo destino fue trasladada, esta
vez a Madrid, donde residió con los Padres Claretianos,
congregación de la que también sería separada
más tarde.
El motivo de estos
continuos traslados era la incertidumbre de la Santa Iglesia ante Madre
Esperanza como consecuencia de los hechos observados en su persona. Se
decía que se habían notado en ella algunas “cosas
sobrenaturales”, tratando
de determinar si estos hechos provenían de Dios o sólo
eran “engaños
o fantasías”. Ante
esta tesitura se pone a la Madre Esperanza bajo observación del
Santo Oficio, pero pronto se decide dar el voto de confianza a una
persona que había demostrado su dedicación a Dios y su
buena voluntad.
En la Nochebuena de
1930 salió de este Instituto para fundar, en Madrid, la
Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso, una
congregación que acogía a pobres y niños. En un
minúsculo piso de la calle de Velázquez, en Madrid, con
el apoyo económico de la condesa de Fuensalida, y la asistencia
espiritual del sacerdote Esteban Ecay, Madre Esperanza de Jesús
puede emitir sus votos con unas pocas Hermanas que la han seguido en la
naciente Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso.
Los niños
serán los primeros beneficiarios y también los pobres,
los ancianos y los sacerdotes. Y sin embargo, la incomprensión,
la oposición y la persecución seguirán acechando.
Seguirá el rosario de pruebas que marcan la especial presencia
de Dios en las almas realmente grandes. El Obispo de Madrid, niega su
bendición y aprobación y ordena y manda que nadie la
ayude y colabore con ella. No teniendo permiso para tener el
Santísimo en la capilla, durante 30 años, niñas y
religiosas desfilaban cada mañana hasta la parroquia más
próxima. A pesar de todos los obstáculos, al poco tiempo
se expandieron por diversos puntos de la geografía
española conventos de esta congregación.
Con el estallido de la
contienda civil española y los prolegómenos de la II
Guerra Mundial, la santomerana viaja a Roma en 1936. Allí tiene
que defenderse ante el Santo Oficio de acusaciones y difamaciones sobre
su persona y sobre la Congregación recién nacida.
Cuando estalló
la II Guerra Mundial se entregó al cuidado de los heridos
afectados por los bombardeos y de las víctimas de la guerra. Fue
en estos momentos cuando se ocupó de proporcionar alimentos a
aquellos que entonces nada tenían. Durante esos difíciles
años no sólo estará dedicada a estos avatares,
sino que también procede a nuevas fundaciones de conventos en
territorio italiano.
La fundación de
una nueva Congregación de los Hijos del Amor Misericordioso en
la ciudad italiana de Collevalenza el 15 de agosto de 1951 fue un punto
clave en la trayectoria biográfica de Madre Esperanza. Fue en
esta ciudad, perteneciente a la diócesis de Todi, donde Madre
Eperanza se establece definitivamente.
Desde allí la
devoción del Amor Misericordioso conocerá un
rápido desarrollo y expansión por Italia, al igual que
años atrás lo había conseguido por distintas
partes de España. Consagró y dedicó toda su vida
al Señor y a la misión de darlo a conocer, a todas las
personas, como un Padre y una tierna Madre.
Con objeto de difundir
el concepto de la gran amabilidad de Dios y de su ilimitado Amor para
con los hombres, realizó en Collevalenza (Italia) el Santuario
del Amor Misericordioso, donde Madre Esperanza consumará su vida
dedicada íntegramente a la ayuda a los más necesitados.
La Madre Esperanza tenía experiencias místicas,
construyó el Santuario confiada en la Divina Providencia y
obedeciendo a la voluntad de Dios, que por expreso pedido de Él
e indicando un lugar preciso por medio de la religiosa, se
excavó un pozo de 122 metros de profundidad donde salió
el agua descrita por Jesús: “esta es el agua de mi
misericordia”. Allí construyó piscinas para que los
enfermos puedan bañarse pidiendo la curación tanto
física y del alma. También hay una fuente donde pueden
tomar el agua.
Atendió a los
peregrinos que se acercaban hasta el santuario, escuchándolos y
dándoles consejo y consuelo. Se llega a decir de Madre Esperanza
que “su
corazón vivía en el cielo pero sus pies estaban en la
tierra”. San Juan
Pablo II, el mismo año que publicó su Encíclica “Dives
in Misericordia”, visitó el Santuario el 22 de noviembre de
1981, en su primera visita fuera del Vaticano luego del atentado que
sufrió el 13 de Mayo, para dar gracias al Amor Misericordioso:
“Hemos venido en visita a este santuario porque a la misericordia de
Dios somos deudores de nuestra salud”.
Su vida estuvo señalada por diversas enfermedades de las que
solía sanar, muchas veces bajo el asombro de los médicos
que la curaban. Sólo la enfermedad que la acechó en los
últimos días de su vida acabó con la la labor de
Madre Esperanza en la tierra, a la edad de 90 años.
Falleció el 8 de febrero de 1983 en Collevalenza, un pueblecito
del Municipio de Todi en Roma. Sus restos mortales descansan en la
cripta del Santuario del Amor Misericordioso de Collevalenza. Fue
beatificada por el Papa Francisco el 31 de mayo de 2014.