BEATA MARÍA DEL
TRÁNSITO DE JESÚS SACRAMENTADO CABANILLAS
1885 d.C.
25 de agosto
María del Tránsito Eugenia de los Dolores Cabanillas
nació en la estancia de Santa Leocadia, actual Carlos Paz
(Córdoba, Argentina) en el seno de una familia de origen
español y que habían labrado una buena fortuna. Tras la
primera educación familiar fue enviada a Córdoba para
estudiar junto con su hermano menor que había ingresado en el
seminario. En 1850, tras la muerte de su padre, toda la familia se
trasladó a Córdoba por lo que María del
Tránsito se estableció con su madre, su hermano, sus
hermanas y cinco primas huérfanas en una casita situada cerca de
la iglesia de San Roque, donde nuestra beata, se distinguió por
su amor a la Eucaristía, y trabajó como catequista e hizo
muchas obras de misericordia.
Después del fallecimiento de su madre, en 1858,
ingresó en la Tercera Orden Franciscana, pero ella quería
una mayor consagración a Dios. Por eso, en 1859, emitió
voto de virginidad perpétua y pensó en la
fundación de un Instituto para la instrucción cristiana
de la infancia pobre y abandonada.
En 1873 ingresó en un monasterio de Carmelitas de
Buenos Aires, pero sus fuerzas físicas flaquearon y cayó
enferma y tuvo que abandonar la clausura en 1874. En este mismo
año, una vez recuperada, ingresó en el convento de las
religiosas de la Visitación de Montevideo, pero también
enfermó unos meses después. María del
Tránsito aceptó todo con encomiable resignación,
abandonándose en las manos de la Divina Providencia.
Volvió a emerger la idea de una fundación educativa y
asistencia y con la ayuda de los franciscanos lo lleva adelante.
En 1878, obtenida la aprobación
eclesiástica, fundó la Congregación de las
Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas de la Argentina, agregadas
a la Orden Franciscana. La nueva Congregación tuvo
inmediatamente una floración de vocaciones, y se abrieron nuevos
conventos. María del Tránsito murió santamente
dejando un gran ejemplo de humildad y caridad. Es la primera argentina
elevada a los altares. Su Santidad Juan Pablo II la
beatificó el 14 de abril del 2002, y estableció que su
fiesta se celebre el 25 de agosto.