BEATA MARÍA
CRUCIFICADA
SATELLICO
8 de noviembre
1754 d.C.
Se
llamaba Elisabetta Satellico. Se educó al lado de sus padres y
un tío sacerdote que se encargó de su formación
moral y espiritual. De salud débil pero especialmente dotada
para la música y el canto, y gran disposición para la
oración. Desde niña quiso ser monja capuchina, y santa.
Recibida
entre las Clarisas de Ostra Vetere como educanda prestó servicio
como directora del canto y organista. A los 19 años de edad fue
recibida al noviciado y tomó el nombre de María
Crucificada, por su devoción a la Santísima Virgen y a la
Pasión de Cristo. El 19 de mayo de 1726 profesó en manos
del Vicario general de la diócesis de Senigallia.
A la sublime contemplación unía una gran
austeridad y penitencia, con las cuales se hacía más
plenamente partícipe de la Pasión del Señor. Su
ideal fue la perfecta conformación a Cristo Crucificado, unida a
la caridad para con el prójimo, y una filial devoción a
la Santísima Virgen, al tiempo que salía victoriosa en
todas sus tribulaciones. Porque Dios la probó y purificó
con frecuentes aflicciones y tentaciones diabólicas, y con
graves enfermedades. Pero, con la ayuda de directores espirituales
santos y expertos -el conventual Ángelo Sandreani y el P.
Giovanni Battista Scaramelli, su primer biógrafo- logró
soportar y superar todas las pruebas, hasta alcanzar una extraordinaria
perfección, manifestada en signos extraordinarios y
auténticos fenómenos místicos.
En 1742 fue elegida abadesa, y se distinguió por su
solicitud para con las hermanas y con los pobres. La autoridad era para
ella servicio y amor a la comunidad, ejercido con bondad, firmeza y
buen ejemplo. Fue reelegida para el mismo cargo en 1745, pero
renunció por su mala salud. El obispo, sin embargo, a
obligó a ejercer de Vicaria. Destacó por sus carismas
místicos y por su humildad. Murió con 39 años de
edad. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de Santa Lucía de
Ostra Vétere. Fue proclamada beata por Juan Pablo II, el 10 de
octubre de 1993.