BEATA MARÍA
CECILIA CENDOYA ARAQUISTAIN
23 de noviembre
1936 d.C.
Felicidad nació
en Azpeitia, Navarra. Aunque tenía un genio muy vivo, su amor a
María, hizo que pudiera superar su temperamento para ser
religiosa como deseaba. Su madre decía que tenía algo
distinto que las demás, sin embargo cuando le manifestó
el deseo de ser religiosa, su madre le dijo. «¿Tú
monja, con ese genio…? Tienes que corregir ese genio si quieres ser
monja» y su madre decía que cambió desde ese
momento. Decidida y alegre, a sus 20 años atraviesa los umbrales
del Primer Monasterio de la Visitación de Madrid, el 9 de
octubre de 1930. En su toma de hábito recibe el nombre de
Mª. Cecilia. Su temperamento vivo, contrasta con su
carácter amable, sencilla, humilde, abnegada y muy servicial;
«Era el Ángel de las pequeñas
prácticas», solían decir las Hermanas.
Desde el principio sufre todas las consecuencias de la
persecución religiosa: disturbios, votaciones, quemas de Iglesia
y Conventos, dispersión de su Comunidad, etc. Desde estos
años tiene muchas oportunidades de ir con su familia, pero por
amor a Jesús y a su vocación nunca acepta las propuestas
y siempre dice con tesón que no quiere marcharse por nada del
mundo. Era sencilla, humilde. Tímida, solía cantar cantos
a María mientras trabajaba. Se distinguió por su
fidelidad, espíritu de recogimiento y de mortificación,
siempre consciente de vivir en presencia de Dios. Fue la Hermana que
más sufrió, era la más joven y no llevaba mucho
tiempo en el convento, no conocía a nadie y como era vasca, el
castellano no lo sabía bien, todo esto ayudó a serle
más penosa su soledad última, pero Dios velaba por ella y
la colmó de fortaleza. Cuando murieron sus hermanas,
huyó, pero confesó su condición de monja salesa, y
la fusilaron tres días más tarde en el cementerio de
Vallecas. Fue beatificada por san Juan Pablo II el 10 de mayo de 1998.