BEATA MARÍA
BÁRBARA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
17 de marzo
1873 d.C.
Nació en Viena, Austria, en el seno de una familia trabajadora.
Ella aprende de los sufrimientos diarios a no dejarse vencer frente a
las dificultades, por más grandes que estas sean. Desde temprana
edad, manifiesta un espíritu misionero y profético frente
a los desafíos de la realidad:
En tiempos de guerra,
en los que el estado prohíbe la fundación de
congregaciones religiosas, reúne jóvenes y con ellas
inicia el proyecto de las Hermanas del Inmaculado Corazón de
María. Ante una situación social de desempleo en la que
el mayor número de nacimientos correspondían a madres
solteras, abre una casa de huéspedes para albergar a empleadas
domésticas, dándoles orientación y asistencia,
evitando que cayeran en la prostitución y otras desigualdades
sociales.
Perseguida por el
contexto político-económico de Viena y ante la necesidad
de salir del país, planea ir a América del Norte, mas las
circunstancias hacen que junto a 21 compañeras viaje a Brasil,
país del que no conoce ni su cultura ni su geografía.
Escribiendo a una compañera le dice: "Llegamos a Río de
Janeiro el 9 de noviembre (1848), sin dinero, sin conocer a nadie, sin
conocer el idioma, con mucha hambre, pero llenas de confianza en Dios y
en Nuestra Señora”.
En una época en
que las mujeres no tenían participación social, acceso a
los conocimientos y a la educación escolar, se convirtió
en educadora y permitió el estudio a las niñas,
especialmente a las huérfanas y pobres. Atenta a los hechos,
percibe otras necesidades de la época: asilos y pensionados.
Ante las epidemias de cólera y fiebre amarilla y por la Guerra
con Paraguay, se hace cargo de las actividades en dispensarios y
hospitales. Frente a una sociedad que mantiene el sistema de la
esclavitud, María Bárbara no acepta que las personas que
trabajan junto a las Hermanas lo hagan en condiciones de esclavitud,
todos realizan los mismos servicios y tienen los mismos derechos en una
relación de total igualdad y colaboración.
En un contexto en el
que las órdenes religiosas eran de estilo puramente
contemplativa, María Bárbara hace una innovación:
una forma de Vida Consagrada forjada para el trabajo profano y social.
Este modelo de la Vida Religiosa era nuevo tanto para la Iglesia como
para el gobierno. Ella fundó el 8 de mayo de 1849 la primera
congregación femenina de vida activa en Brasil.
Con inteligencia, abre
nuevos caminos, vence los obstáculos y se enfrenta firmemente
los problemas de orfandad, opresión y autoritarismo de la
época. Su
vida dedicada toda a Dios y a los hermanos, especialmente a los
más necesitados, fue señalada por muchos sufrimientos,
enfermedades, pobreza y luchas. Murió dejando en herencia “la
búsqueda continua de la voluntad de dios, atentas a los apelos
de la iglesia en cada momento historico”, el perdón, la vivencia
fraterna, escuchar la palabra de Dios, el coraje, la osadía y la
defensa de la dignidad humana. Sus restos mortales se conservan en la
Capilla de S. Rafaele, Rua Riachuelo, Porto Alegre, Brasil. Fue
beatificada el 6 de noviembre de 2010 por Benedicto XVI.
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(Parroquia San Martín de Porres)