BEATA MARÍA ANA
SALA
24 de noviembre
1891 d.C.
Nació en Brivio (pueblo italiano de la provincia de Lecce). Fue
una de las primeras alumnas de la naciente escuela de las Hermanas
Marcelinas en el pueblo de Vimercate. Fue acogida por la Madre Marina
Videmari, rápidamente se distinguió por lo ejemplar de su
vida y por su aprovechamiento escolar.
En 1848, entró
a formar parte de de la nueva Congregación, comprendió de
inmediato que su ideal y su misión tendrían que ser en la
enseñanza, la educación, la formación de las
jóvenes en la escuela y en la familia. Sor María Ana se
santificó en la sencillez por su total fidelidad al Carisma de
la congregación que había elegido. De su vida y ejemplo,
surgen tres enseñanzas: la necesidad de la formación de
un buen carácter firme, sensible, equilibrado; el valor
santificador del compromiso en el propio deber, asignado por la
obediencia y la importancia esencial de la obra educativa.
Su
pedagogía fue la que su director espiritual, el beato Luis
Biraghi, le recomendó: estar cercana, estar junto a las
jóvenes en cada momento y circunstancia, participando de su vida
cotidiana, en clases, en la capilla, en el comedor, en la
recreación, en el dormitorio. Entre sus mejores alumnas,
se recuerda a la jóven Judith Alghisi Montini, la que
después sería madre del futuro papa Paulo VI.
Llegó a la santidad por el cumplimiento de su deber y el trabajo
cotidiano. Fue beatificada por SS. Juan Pablo II el 26 de octubre
de 1980.