BEATA MARGARITA
SZEWCZYK
5 de junio
1905 d.C.
Lucía Szewczyk nació en el seno de una familia polaca en
Szepetówka, (hoy Ucrania). En su primera infancia perdió
a sus padres y fue criada por su hermanastra mayor. Desde muy joven
sintió la llamada a la vida religiosa pero debido a la
situación política de la Polonia ocupada, no pudo unirse
a ninguna congregación religiosa; así que a la edad de 20
años, entró en la Orden Terciaria de San Francisco de
Asís.
Para fortalecer su fe y amor a Dios, en 1870
emprendió una peregrinación a Tierra Santa. Ella se
conmovió profundamente por esta experiencia y decidió
dedicar su vida a ayudar a los pobres, los ancianos y los enfermos.
Ella declaró su deseo a su confesor, el beato capuchino fray
Honorato de Biala Podlaska, que aprobó su decisión y la
animó a comenzar su trabajo. El primer paso que hizo fue invitar
a dos ancianas pobres y enfermas a vivir en su apartamento. Ella
cuidaba de ellas en secreto, porque cualquier actividad de caridad o de
la iglesia estaban estrictamente prohibido por los decretos del zar de
Rusia, que en ese momento gobernaba Polonia.
No pasó mucho tiempo antes de que algunas mujeres
más jóvenes fueran a vivir con ella y se unieran a su
obra. Más tarde, para dar cabida al mayor número de
necesitados y poderles servir mejor, Lucía decidió
comprar una casa con un jardín. Como resultado, en 1881,
siguiendo el consejo de fray Honorato, Lucía formalmente
fundó una nueva Congregación religiosa, cuyo objetivo era
ayudar a los necesitados, los pobres, los enfermos y la mayoría
de la sociedad. Se convirtió en la cabeza de la
Congregación de las Hijas de la Bienaventurada María
Virgen Dolorosa, llamadas “Serafitki” y tomó el nombre de Madre
Margarita.
Como religiosa, la Madre Margarita llevó una vida
muy ascética ayunando mucho y nunca renunció a sus
funciones. Dirigió la creciente Congregación durante 20
años. La vida de la Madre Margarita Szewczyk se puede definir
como una vida de amor infinito de Dios, confianza en Su providencia, y
la completa dedicación al servicio de los más
necesitados. Ella realmente creía en la presencia real de Cristo
en la Eucaristía y reconocía la Santa Misa como el tesoro
más importante de su Congregación.
Los últimos meses de su vida los pasó en
Nieszawa (Polonia). Los muchos años de servicio cobraron su
parte en ella y hacia el final de su vida afrontó problemas de
salud. Con un permiso especial de las autoridades de la Iglesia, su
cuerpo fue trasladado a Oswiecim y enterrado en la iglesia de su
Congregación. Desde su muerte, la gente continuamente
acudía a orar delante de su tumba presentando sus peticiones y
pidiendo su intercesión. Fue beatificada el 9 de junio de 2013
en Cracovia durante el pontificado de Francisco.