BEATA MARGARITA DE
LORENA
2 de noviembre
1521 d.C.
Margarita de Lorena, duquesa de Alençon, nació en 1463 en
Vaudémont, Francia. Fue educada en la corte por el buen rey
Renato de Avignón y su texto de estudio fue la "Leyenda Aurea" y
las Vidas de los Santos, de la cual sacó tal provecho
espiritual, que a los 10 años de edad soñaba con ser
ermitaña. En 1480, cuando regresó de Lorena, su
cuñada asumió el cargo de continuar su educación
en forma igualmente piadosa.A los diez años, durante un paseo en
el bosque, Margarita se ocultó con algunas coetáneas, y
despertó preocupación entre las personas del
séquito. Cuando al anochecer la encontraron, confesó que
había querido darse a la vida eremítica. Era
todavía adolescente cuando murió el abuelo. Habiendo
regresado a Lorena, un año después se casó con el
duque de Alençon, que también se llamaba Renato.
La vida de los dos esposos no fue fácil, porque los
desastres de la guerra de los 100 años angustiaban al
pequeño ducado. Peor fue cuando murió Renato de
Alençon, dejando a Margarita viuda a los 32 años de edad,
con tres hijos todavía de tierna edad.Desde entonces, como mujer
fuerte, se dedicó a la educación de los tres
huérfanos, que sus parientes quisieron sustraer a su tutela.
Pero ella supo hacerlos crecer entre los más prometedores y
admirados jóvenes de sangre regia y finalmente
óptimamente casados.Una vez libre de la obligación para
con sus hijos, Margarita de Lorena quiso también librare del
peso del ducado, llevado con escrupulosa abnegación durante los
22 años de viudez. De sus bienes personales hizo tres partes:
una destinada a los pobres, otra para la Iglesia, y una tercera parte
para su propio sustento. Luego se retiró al castillo de Essai,
que se convirtió en un verdadero monasterio, en estrecho
contacto con las clarisas de Alençon.
El obispo de la diócesis debió de invitar a
la duquesa a moderar su celo ascético, que la llevaba no
sólo a pasar casi enteras las noches despierta en
oración, llevando cilicios, ayunando largamente, sino
también a disciplinarse con extremo rigor para probar algo de la
Pasión de Jesús, como ella misma solía
decir.Cediendo a las exhortaciones del obispo, Margarita aceptó
cambiar de método: se dedicó a curar las llagas de los
enfermos en un dispensario abierto por ella en Mortagne. Finalmente
ingresó entre las pobres clarisas de Argentan, deseosa de
compartir la durísima vida de las hijas de Santa Clara.
Después de dos años de ejemplar y austera vida
franciscana, enfermó y se preparó para la muerte.
Murió como una verdadera clarisa el 2 de noviembre de 1521, a la
edad de 58 años. Sobre el pecho se le encontró una cruz
de hierro con tres puntas que se clavaban en su carne.