BEATO MARCELO SPINOLA Y MAESTRE
19 de enero
1905 d.C.



   Nació en San Fernando de Cádiz, era hijo del marqués de Spinola. Estudió Filosofía y Derecho en la universidad de Valencia y Sevilla. Ejerció de abogado en Huelva; le llamaban "el abogado de los pobres" porque no les cobraba una peseta. Su padre fue destinado como comandante de Marina de Sanlucar de Barrameda, Marcelo se trasladó a esta localidad, donde siguió ejerciendo su profesión. Pero entonces maduró su vocación sacerdotal, bajo la dirección de don Diego Herrero, canónigo de Cádiz. Al ingresar en el seminario dejó a su hermano Rafael sus derechos de títulos y mayorazgo. Fue ordenado sacerdote en el 1864, en Sevilla y, el mismo día, su hermano Rafael caía en combate en Santo Domingo.

   Después de una breve estancia en Cádiz, como oficial del provisorato, por insistencia de sus padres pasó a Sanlucar, como capellán de la iglesia de la Merced, donde se dedicó al cuidado de los enfermos y pobres. Se daba a todo y a todos, fue rector de la Hermandad de San Pedro. Fracasó en una oposición como canónigo de Cádiz y cuando desde Sanlucar le pidieron al arzobispo hispalense que le nombre arcipreste de la ciudad, el prelado lo trasladó a Sevilla como párroco de San Lorenzo donde estaría diez años (1871-1881). Aquí creó escuelas y atendió a las comunidades religiosas (entre ellas al recien fundado instituto de las Hermanas de la Cruz, de santa Ángela de la Cruz); fundó un centro obrero y un asilo para huérfanas. Un nuevo arzobispo lo nombró arcipreste de Sevilla, ello le obligará a visitar en nombre del prelado los pueblos y ocuparse de su situación pastoral y problemática del clero. En las inundaciones de 1877, anduvo en barca por las calles de su feligresía ayudando a los afectados.

   En 1879, fue nombrado canónigo de la catedral hispalense. Dejó su parroquia y atendió sus nuevos deberes, al tiempo que continuaba su apostolado como director espiritual en las parroquias de la Magdalena. Predicó mucho. Por mandato del obispo creó la Academia de Santo Tomás.

   En el 1880, fue consagrado obispo auxiliar de Sevilla, y en el 1884, obispo de Coria-Cáceres, donde fundó las Esclavas Concepcionistas del Divino Corazón de Jesús (1885), que unían los carismas de la contemplación y la actividad, siendo la cofundadora la marquesa de la Puebla, Celia Méndez; además realizó una gran labor pastoral, especialmente en las zonas más humildes. Su traslado a esta diócesis, fue porque se le consideró partidario del carlismo, y el gobierno no veía con buenos ojos que fuera nombrado para la sede hispalense.

   En el 1886, fue nombrado obispo de Málaga, donde promovió la educación de los jóvenes trabajadores y de otras personas; visitó pastoralmente su diócesis y con ayuda de misioneros populares como el jesuita padre Tarín. En sintonía con la "Rerum Novarum" se ocupó de los problemas sociales de Málaga y prestó su atención a las escuelas, a los hospitales y la cárcel. Intervino personal y activamente en la peregrinación nacional a Roma, en la que tantos obreros recibieron la bendición de León XIII. Fue nombrado senador por elección unánime de la provincia eclesiástica de Granada. Se destacó por su defensa de la libertad de enseñanza.

   En el 1896, fue nombrado arzobispo de Sevilla. En el 1906, fue elegido cardenal, a pesar de su oposición, pero no llegó a tomar posesión porque murió antes. Fue uno de los pioneros de la acción social en España. Publicó pastorales en defensa de la clase obrera; esto levantaba ampollas en muchos ambientes. Creó escuelas de aprendices. Visitaba barriadas obreras, iba a las cárceles y hospitales. Abrió su casa a todo el que llamaba a su puerta; impulsó la fundación del periódico católico "El Correo de Andalucía". Tuvo serios disgustos relacionados con la política y con algunos de sus compañeros del episcopado; pero aceptó siempre las resoluciones de la Santa Sede.

   En 1904, visitó a San Pío X que le mostró su aprecio, y celebró el 50ª aniversario de la definición dogmática de la Inmaculada Concepción con una magna Asamblea Nacional y la coronación canónica de la Virgen de los Reyes, para cuya fiesta obtuvo el indulto de un condenado a muerte. Un año antes de morir se tiró a la calle pidiendo limosna para los pobres. Impresionó el total olvido de sí mismo, su trabajo y oración; la gloria de Dios era su obsesión: "Quiero, escribía, la santidad o la muerte, para usted y para mí, pues si no damos gloria a nuestro Padre celestial, ¿para qué queremos la vida?". Sus restos reposan en la catedral de Sevilla. El 29 de marzo de 1987 fue beatificado por San Juan Pablo II.

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(Pbro. José Manuel Silva Moreno)