BEATO MARCELINO MUR
BLANCH
1936 d.C.
25 de julio
Nació el 1 de
abril de 1882 en Riguepeu (Gers-Francia)
Profesó el 21 de junio de 1909
Fusilado el 25 de julio de 1936 en Sallent
El H. Mur nació el 1 de abril de 1882 en Riguepeu, Gers, en
Francia, y fue bautizado el día 3 del mismo mes en la parroquia
de Riguepeu de la diócesis de Auch.
Sus padres fueron D. Ramón y Dª Joaquina que le dieron una
educación cristiana y humana conforme a sus creencias y
posibilidades.
En septiembre de 1892 entró en el seminario claretiano de
Barbastro para cursar las Humanidades. Sus cualidades intelectuales
eran medianas.
En junio de 1908 tomó el hábito en Cervera e
inició el noviciado, como estudiante, pero profesó como
Hermano Coadjutor el 21 de junio de 1909.
Después de la profesión continuó en Cervera
aprendiendo el oficio de sastre. Estuvo destinado en varias
comunidades, la primera Alagón ya en 1910. En septiembre de 1913
fue destinado a la Selva del Campo. Aquí trabajó en el
colegio de externos hasta 1917, en que fue trasladado a Cervera para
trabajar también en el colegio de externos, principalmente con
los párvulos, «distinguiéndose por su aptitud para
la enseñanza de los niños en nuestros colegios de
externos»[1]. En octubre de 1931 fue destinado a Marsella, pues
hablaba el francés por haber nacido en Francia. Aquí
ejerció los oficios de portero, sastre y sacristán hasta
el 31 de enero de 1936 en que volvió a España con destino
a Sallent.
Cualidades
Tenía un carácter fuerte, pero lo supo dominar. Al
principio se decía que era terco. Resuelto, de buen
espíritu.
Conducta muy buena. Muy buenas condiciones para el trabajo.
Buen religioso, que practicaba todas las virtudes, de carácter
afable y caritativo, humilde y modesto en todas las cosas.
Martirio
El H. Mur junto con el P. Mercer abandonó la casa
misión de Sallent el 20 de julio de 1936 y se refugió en
una casa de la calle Salmerón, en la que permanecieron hasta el
día 24 por la tarde. Considerando que la situación no era
favorable salieron a buscar seguridad fuera de Sallent, pero fueron
sorprendidos y reconocidos por los revolucionarios, quienes los
detuvieron, los maltrataron de obra y de palabra. Ellos no ofrecieron
ninguna resistencia a las vejaciones de que eran objeto dando ejemplo
de humildad y mansedumbre, sino que más bien se dedicaron a
rezar. Una patrulla los llevó al ayuntamiento, donde ya estaban
el P. Payás y después trajeron al H. Binefa.
En el ayuntamiento fue sometido al interrogatorio como los otros tres y
confesó su condición de religioso Misionero del
Corazón de María. Por esto fue condenado a muerte. Esa
misma noche le condujeron a la explanada del cementerio donde fue
fusilado hacia las 6,30 del día 25 de julio junto con los otros
tres misioneros de la comunidad.
Fue enterrado en una fosa común con los otros tres claretianos.